En un reciente libro titulado La captación de las masas. (Política social y propaganda en el régimen franquista) (Cátedra, 2005), la historiadora Carme Molinero dedica varios párrafos a la situación de las personas sin hogar en España durante los años posteriores a la guerra civil. Concretamente, habla sobre la creación en la ciudad de Madrid de un "Parque de Mendigos" destinado a recluir a personas que ejercían la mendicidad en las calles de la capital y que carecían de domicilio fijo.
La mendicidad visualizaba los problemas sociales existentes en el país y un régimen que se presentaba como garante de la armonía y la hermandad no podía permitírselo. En el caso de Madrid, la represión de la mendicidad y otras formas de "inmoralidad pública" llevó a la creación del Parque de Mendigos en mayo de 1941, que fue situado en el ángulo norte de los mataderos municipales. El Patronato de Protección a la Mujer realizó un informe sobre dicho Parque que, aunque tenía como objetivo poner en evidencia las consecuencias contrarias a la moralidad que sufrían las detenidas, muestra las condiciones a las que se forzaba a vivir a miles de personas. En el informe se afirma:
"en el barracón duermen las mujeres y niños en número que llega hasta ochocientos. Carece de aislamiento del exterior. Las cuadras se encuentran en pésimas condiciones sanitarias. La número seis tiene en el suelo un gran agujero de unos tres metros cuadrados y a un palmo escaso del pavimento pasa la escalerilla. En la siguiente cuadra gotean constante y abundantemente los retretes del piso superior. En el pajar viven unas trescientas personas entre hombres y niños. El estado de salubridad es deplorable dándose numerosos casos de avitaminosis avanzada, úlceras rebeldes y enfermedades infecciosas. La mortalidad ha sido elevadísima. Desde el primero de abril de 1941 al 31 de mayo de 1942 murieron en el Parque 832 detenidos, muchos de ellos de frío".
En 1943 ya eran dos los Parques de Mendigos.Evidentemente, mucho han cambiado las cosas desde aquellos años. No obstante, hay tendencias que parecen resistirse a desaparecer. Por ejemplo, hoy seguimos considerando a las personas sin hogar como un estorbo en nuestras calles y nos sigue extrañando que no deseen permanecer en instalaciones que no reúnen las mínimas condiciones de habitabilidad.
Francisco
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