DIARIO DE SEVILLA (20/07/08) - ENRIQUE BALLESTEROS
Plan de acción contra la ola de calor
Hace calor, mucha calor. El termómetro de la Barqueta supera con creces los 40 grados. Durante estas rachas de altas temperaturas existen colectivos que sufren más si cabe las inclemencias del tiempo. Se trata de personas sin aire acondicionado, sin ducha, sin posesiones de valor, sin hogar. La decisión de vivir en la calle no es fácil de explicar y cada uno tiene sus propios motivos. Para todos ellos, el Ayuntamiento de Sevilla abre nuevamente un espacio de solidaridad. El pasado invierno Bienestar Social comenzó un programa de ayuda a los sin techo contra las olas de frío y, ahora en pleno verano, se ha retomado el mismo proyecto debido al calor.
La delegación de Bienestar Social del Ayuntamiento de Sevilla inició ayer el servicio de atención provisional a personas sin hogar junto al Puente de la Barqueta debido a la ola de calor que azota la ciudad, una iniciativa pionera en verano que se prolongará hasta septiembre y que coordina la delegada Ana Gómez (PSOE).
Por la denominada sala Guadalquivir, ubicada en el Paseo de Juan Carlos I junto al río, pasaron el pasado invierno cerca de 1.400 personas. Ahora, el centro abre sus puertas entre las 14:00 y las 8:00 del día siguiente. Cada individuo tiene su propia acreditación y se les ofrece almuerzo, cena y desayuno. Hay 20 camas habilitadas en habitaciones con aire acondicionado, 16 para hombres y 4 para mujeres. También se han dispuesto dos aseos portátiles con duchas por separado.
"Los primeros días sólo vienen unos pocos usuarios, no se completan las 20 camas que tenemos disponibles", comentan los trabajadores. Se insiste siempre en la particularidad que tienen este tipo de acciones: "Hay que tener en cuenta que se trata de un colectivo con características muy especiales, en muchas ocasiones rechazan la ayuda ofrecida y prefieren seguir durmiendo en la calle". A parte de horarios, comidas y demás, el centro ofrece la posibilidad de que pasen un tiempo de ocio con actividades grupales, juegos de mesa e incluso una sala con televisión y DVD.
La coordinación entre las diferentes áreas municipales es esencial para el buen funcionamiento del proyecto, promovido por Bienestar Social. "Aquí trabajamos todos codo con codo, si hacen falta bolsas se las pedimos a Lipasam, si lo que hay que conectar es la red eléctrica hablamos con Alumbrado Público y si, por ejemplo, necesitamos despejar el sitio de arbustos nos dirigimos a Parques y Jardines", señalan fuentes del dispositivo municipal.
La filosofía del programa es ayudar de forma primaria a estas personas, pero también integrarlos en una red de servicios sociales posteriores: "Llegan muchos inmigrantes que no tienen papeles y nosotros nos ponemos en contacto con las administraciones competentes para tramitarles algún documento que les permita poder trabajar y así empezar a salir de esta pésima situación".
Dentro del campamento existen normas de obligado cumplimiento para los beneficiados del servicio. Las peleas entre personas están terminantemente prohibidas, así como saltarse los horarios de entrada o salida y llegar en estado de embriaguez. "Con estas personas hay que mantener un criterio de orden, para que no haya problemas posteriores", aclara un coordinador del proyecto. El individuo también debe entrar y salir con sus objetos personales para evitar que se "apropien del sitio". "Hay que dejarles claro desde un principio que esto es un albergue provisional, no un hotel, nosotros ofrecemos un lugar para que se aseen, descansen un poco e incluso se diviertan". Cuando las personas salen deben volver a ponerse en cola para entrar. Sin privilegios.
La delegación de Bienestar Social del Ayuntamiento de Sevilla inició ayer el servicio de atención provisional a personas sin hogar junto al Puente de la Barqueta debido a la ola de calor que azota la ciudad, una iniciativa pionera en verano que se prolongará hasta septiembre y que coordina la delegada Ana Gómez (PSOE).
Por la denominada sala Guadalquivir, ubicada en el Paseo de Juan Carlos I junto al río, pasaron el pasado invierno cerca de 1.400 personas. Ahora, el centro abre sus puertas entre las 14:00 y las 8:00 del día siguiente. Cada individuo tiene su propia acreditación y se les ofrece almuerzo, cena y desayuno. Hay 20 camas habilitadas en habitaciones con aire acondicionado, 16 para hombres y 4 para mujeres. También se han dispuesto dos aseos portátiles con duchas por separado.
"Los primeros días sólo vienen unos pocos usuarios, no se completan las 20 camas que tenemos disponibles", comentan los trabajadores. Se insiste siempre en la particularidad que tienen este tipo de acciones: "Hay que tener en cuenta que se trata de un colectivo con características muy especiales, en muchas ocasiones rechazan la ayuda ofrecida y prefieren seguir durmiendo en la calle". A parte de horarios, comidas y demás, el centro ofrece la posibilidad de que pasen un tiempo de ocio con actividades grupales, juegos de mesa e incluso una sala con televisión y DVD.
La coordinación entre las diferentes áreas municipales es esencial para el buen funcionamiento del proyecto, promovido por Bienestar Social. "Aquí trabajamos todos codo con codo, si hacen falta bolsas se las pedimos a Lipasam, si lo que hay que conectar es la red eléctrica hablamos con Alumbrado Público y si, por ejemplo, necesitamos despejar el sitio de arbustos nos dirigimos a Parques y Jardines", señalan fuentes del dispositivo municipal.
La filosofía del programa es ayudar de forma primaria a estas personas, pero también integrarlos en una red de servicios sociales posteriores: "Llegan muchos inmigrantes que no tienen papeles y nosotros nos ponemos en contacto con las administraciones competentes para tramitarles algún documento que les permita poder trabajar y así empezar a salir de esta pésima situación".
Dentro del campamento existen normas de obligado cumplimiento para los beneficiados del servicio. Las peleas entre personas están terminantemente prohibidas, así como saltarse los horarios de entrada o salida y llegar en estado de embriaguez. "Con estas personas hay que mantener un criterio de orden, para que no haya problemas posteriores", aclara un coordinador del proyecto. El individuo también debe entrar y salir con sus objetos personales para evitar que se "apropien del sitio". "Hay que dejarles claro desde un principio que esto es un albergue provisional, no un hotel, nosotros ofrecemos un lugar para que se aseen, descansen un poco e incluso se diviertan". Cuando las personas salen deben volver a ponerse en cola para entrar. Sin privilegios.