ABC (25/10/08) - M.J. PEREIRA
Más de 5.200 familias sevillanas
piden el salario social
piden el salario social
Las ayudas oscilan entre 372 y 600 euros mensuales
Las hipotecas suben, la cesta de la compra se dispara, la gasolina y el gasóil alcanzan precios históricos... Con estos datos resulta cada vez más difícil llegar a final de mes para muchas familias sevillanas, algunas de las cuales recurren al salario social o Ingreso Mínimo de Solidaridad para superar un momento puntual de dificultad económica. La crisis no ha hecho sino disparar el número de solicitudes de salario social, que desde enero a octubre han alcanzado las 5.233, un 20% más que en el mismo período de 2007, según la Consejería de Igualdad y Bienestar Social.
Mientras que el número de solicitudes de salario social se ha instalado desde 2003 en una horquilla que oscila entre los 4.100 y los 5.700, las ayudas concedidas pasaron de 4.532 en 2005 a sólo 3.638 en 2007. Sin embargo, la crisis ha fecho repuntar de nuevo las solicitudes y concesiones de salario social en 2008, hasta el punto de que desde enero a octubre el número de «Ingresos Mínimos de Solidaridad» concedidos ha alcanzado los 3.352, un 21% más que en el mismo período de 2007, según la Junta. Y eso que la crisis no ha tocado aún fondo, según los analistas económicos.
Desde familias unipersonales
Las cantidades concedidas por la Consejería de Igualdad y Bienestar Social en concepto de salario social durante este año 2008 oscilan entre los 372 euros mensuales para unidades familiares unipersonales y los 600 euros mensuales para unidades familiares de seis o más miembros. Dichas cantidades pueden verse reducidas en función de la posible existencia de ingresos económicos en la unidad de convivencia en concreto, con un mínimo de 90 euros mensuales como cantidad concedida, según informaron fuentes del Ejecutivo autonómico.
La ayuda se recibe durante seis meses y sólo podrá ser solicitada de nuevo transcurridos otros seis meses. Generalmente, sólo un 17% de las familias que han accedido al salario social vuelven a solicitarlo.
El importante incremento de la tasa de desempleo en Sevilla, que alcanzó en el último trimestre de este año 2008 el 15,9% de la población en edad de trabajar, lo que se traduce en 140.000 parados, hace prever que en los últimos meses del año se disparará el número de solicitudes de este salario social a cerca de las 6.000.
El salario social está regulado por un decreto aprobado por la Junta de Andalucía en 1999 con el fin de instaurar un Programa de Solidaridad para la erradicación de la marginación y la desigualdad. Los beneficiarios de estas ayudas son unidades familiares residentes en Andalucía que tengan unos recursos mensuales inferiores a la cuantía del Ingreso Mínimo de Solidaridad. Este consistirá en una prestación económica mensual del 62% del Salario Mínimo Interprofesional vigente (actualmente fijado en 600 euros) , incrementada en un 8% por cada miembro de la unidad familiar. No obstante, los recursos de la unidad familiar (pensiones, subsidios, rentas o ingresos) reducirán la cuantía mensual de la prestación.
Repunte sin «correlato exacto»
El importante incremento del número de petiocionarios, no obstante, «no está completamente ligado» a la crisis económica según el delegado provincial de la Consejería de Bienestar Social, Manuel Gálvez, para el que «no hay un correlato exacto entre una cosa y otra». «Es verdad que hay un repunte del número de peticionarios a tenor de las cifras que maneja la Consejería a fecha de 15 de octubre —explicaba a este periódico el delegado en Sevilla—, pero no tiene por qué corresponderse exactamente con una situación económica concreta. En 2003, por ejemplo, pese a tratarse de un año de bonanza económica, el número de peticionarios ascendió a 5.764 un número al que puede que no se llegue este año pese a la coyuntura que hay».
De hecho, Gálvez subrayaba que el perfil del solicitante de esta ayuda autonómica no ha variado en exceso durante los últimos años. «Se trata de un matrimonio o pareja de hecho de entre 20 y 45 años —indicaba—, con hijos, que vive en barriadas deprimidas o problemáticas tanto de Sevilla capital como de alguns localidades de la provincia, con un nivel de formación bajo y con problemas serios de acceso al mercado laboral». Gálvez señalaba que quizás una de las mayores novedades en Sevilla es el aumento de peticiones por parte de familias monoparentales.
No obstante, asociaciones como Cáritas sí han alertado en las últimas fechas de la modificación de ese perfil del «pobre» tanto en España en general como en Sevilla en particular. Resulta significativo para estas entidades la extensión de la pobreza entre las clases medias, personas «no habituales en los servicios sociales, los nuevos pobres, con cierto nivel de cualificación o empleo» y cuya presencia no es previsible en los centros de ayuda.
Mientras que el número de solicitudes de salario social se ha instalado desde 2003 en una horquilla que oscila entre los 4.100 y los 5.700, las ayudas concedidas pasaron de 4.532 en 2005 a sólo 3.638 en 2007. Sin embargo, la crisis ha fecho repuntar de nuevo las solicitudes y concesiones de salario social en 2008, hasta el punto de que desde enero a octubre el número de «Ingresos Mínimos de Solidaridad» concedidos ha alcanzado los 3.352, un 21% más que en el mismo período de 2007, según la Junta. Y eso que la crisis no ha tocado aún fondo, según los analistas económicos.
Desde familias unipersonales
Las cantidades concedidas por la Consejería de Igualdad y Bienestar Social en concepto de salario social durante este año 2008 oscilan entre los 372 euros mensuales para unidades familiares unipersonales y los 600 euros mensuales para unidades familiares de seis o más miembros. Dichas cantidades pueden verse reducidas en función de la posible existencia de ingresos económicos en la unidad de convivencia en concreto, con un mínimo de 90 euros mensuales como cantidad concedida, según informaron fuentes del Ejecutivo autonómico.
La ayuda se recibe durante seis meses y sólo podrá ser solicitada de nuevo transcurridos otros seis meses. Generalmente, sólo un 17% de las familias que han accedido al salario social vuelven a solicitarlo.
El importante incremento de la tasa de desempleo en Sevilla, que alcanzó en el último trimestre de este año 2008 el 15,9% de la población en edad de trabajar, lo que se traduce en 140.000 parados, hace prever que en los últimos meses del año se disparará el número de solicitudes de este salario social a cerca de las 6.000.
El salario social está regulado por un decreto aprobado por la Junta de Andalucía en 1999 con el fin de instaurar un Programa de Solidaridad para la erradicación de la marginación y la desigualdad. Los beneficiarios de estas ayudas son unidades familiares residentes en Andalucía que tengan unos recursos mensuales inferiores a la cuantía del Ingreso Mínimo de Solidaridad. Este consistirá en una prestación económica mensual del 62% del Salario Mínimo Interprofesional vigente (actualmente fijado en 600 euros) , incrementada en un 8% por cada miembro de la unidad familiar. No obstante, los recursos de la unidad familiar (pensiones, subsidios, rentas o ingresos) reducirán la cuantía mensual de la prestación.
Repunte sin «correlato exacto»
El importante incremento del número de petiocionarios, no obstante, «no está completamente ligado» a la crisis económica según el delegado provincial de la Consejería de Bienestar Social, Manuel Gálvez, para el que «no hay un correlato exacto entre una cosa y otra». «Es verdad que hay un repunte del número de peticionarios a tenor de las cifras que maneja la Consejería a fecha de 15 de octubre —explicaba a este periódico el delegado en Sevilla—, pero no tiene por qué corresponderse exactamente con una situación económica concreta. En 2003, por ejemplo, pese a tratarse de un año de bonanza económica, el número de peticionarios ascendió a 5.764 un número al que puede que no se llegue este año pese a la coyuntura que hay».
De hecho, Gálvez subrayaba que el perfil del solicitante de esta ayuda autonómica no ha variado en exceso durante los últimos años. «Se trata de un matrimonio o pareja de hecho de entre 20 y 45 años —indicaba—, con hijos, que vive en barriadas deprimidas o problemáticas tanto de Sevilla capital como de alguns localidades de la provincia, con un nivel de formación bajo y con problemas serios de acceso al mercado laboral». Gálvez señalaba que quizás una de las mayores novedades en Sevilla es el aumento de peticiones por parte de familias monoparentales.
No obstante, asociaciones como Cáritas sí han alertado en las últimas fechas de la modificación de ese perfil del «pobre» tanto en España en general como en Sevilla en particular. Resulta significativo para estas entidades la extensión de la pobreza entre las clases medias, personas «no habituales en los servicios sociales, los nuevos pobres, con cierto nivel de cualificación o empleo» y cuya presencia no es previsible en los centros de ayuda.
AMALIA F. LÉRIDA
Comedor del Pumarejo
atiende a casi 300 personas
La crisis económica está calando ya en los comedores públicos que en Sevilla llevan con esmero desde hace años las hermanas de las Hijas de la Caridad.
De una media de entre 190 a 230 personas ahora se llegan a contabilizar hasta 290 y los servicios que se prestan a las familias, porque los niños no pueden entrar en los comedores, «se están retrasando».
Así lo afirma Sor Esperanza, que desde el comedor del Pumarejo sufre con preocupación esa falta de alimentos crudos que se llevan las famiias a sus casas para cocinarlos en la intimidad y esa cantidad de personas, muchas, cada día más, hasta con carrera universitaria —«aquí vienen médicos»— que hacen cola en la plaza del mismo nombre en el barrio de la Macarena, para almorzar.
Inmigrantes, nacionales, sevillanos, altos, bajos, limpios, desaseados, centrados, un poco desequilibrados, con «mala pinta», con corbata y zapatos de ante, analfabetos, con estudios superiores, lustrosos, deslustrados... el perfil de las personas que llenan el comedor es variopinto y juntos se reparten las mesas que cada día se llenan al olor de la comida de las monjas.
«Estamos preocupadas —dice Sor Esperanza— porque, aunque tenemos la ayuda inestimable del Banco de Alimentados, cuando tenemos que comprar comida nos horrorizamos de los precios que tienen. Aquí cada día hay más personas pero, aunque fuesen las mismas que antes, seguiríamos notando la escasez porque el dinero no llega».
Algunas podemos verlas luego por la noche durmiendo en bancos, zaguanes y aceras de la zona, el Centro y Triana. Son los sin techo que el colectivo Sine Domus, fundado por Jorge López, conoce muy bien ya que este grupo de profesionales que tiene su trabajo y su vida se dedica en sus ratos libres a llevarles comida y ropa.
«Ahora, los que están en la calle pueden rebasar los 150 —dice López—, porque el albergue municipal sigue igual, con apenas 34 plazas rotatorias. Es necesario que de una vez por todas se dediquen inversiones para erradicar esta lacra y hacer un centro no sólo para dormir sino para que estas personas puedan ser reinsertadas en la sociedad».
De una media de entre 190 a 230 personas ahora se llegan a contabilizar hasta 290 y los servicios que se prestan a las familias, porque los niños no pueden entrar en los comedores, «se están retrasando».
Así lo afirma Sor Esperanza, que desde el comedor del Pumarejo sufre con preocupación esa falta de alimentos crudos que se llevan las famiias a sus casas para cocinarlos en la intimidad y esa cantidad de personas, muchas, cada día más, hasta con carrera universitaria —«aquí vienen médicos»— que hacen cola en la plaza del mismo nombre en el barrio de la Macarena, para almorzar.
Inmigrantes, nacionales, sevillanos, altos, bajos, limpios, desaseados, centrados, un poco desequilibrados, con «mala pinta», con corbata y zapatos de ante, analfabetos, con estudios superiores, lustrosos, deslustrados... el perfil de las personas que llenan el comedor es variopinto y juntos se reparten las mesas que cada día se llenan al olor de la comida de las monjas.
«Estamos preocupadas —dice Sor Esperanza— porque, aunque tenemos la ayuda inestimable del Banco de Alimentados, cuando tenemos que comprar comida nos horrorizamos de los precios que tienen. Aquí cada día hay más personas pero, aunque fuesen las mismas que antes, seguiríamos notando la escasez porque el dinero no llega».
Algunas podemos verlas luego por la noche durmiendo en bancos, zaguanes y aceras de la zona, el Centro y Triana. Son los sin techo que el colectivo Sine Domus, fundado por Jorge López, conoce muy bien ya que este grupo de profesionales que tiene su trabajo y su vida se dedica en sus ratos libres a llevarles comida y ropa.
«Ahora, los que están en la calle pueden rebasar los 150 —dice López—, porque el albergue municipal sigue igual, con apenas 34 plazas rotatorias. Es necesario que de una vez por todas se dediquen inversiones para erradicar esta lacra y hacer un centro no sólo para dormir sino para que estas personas puedan ser reinsertadas en la sociedad».