EL PAÍS (05/10/08)
España adolece de abandono escolar,
títulos poco competitivos y escasa inversión
España adolece de abandono escolar,
títulos poco competitivos y escasa inversión
SUSANA PÉREZ DE PABLOS
No logran el título de la ESO, no saben suficientes matemáticas, ni ciencias, ni inglés... Y, si llegan a la Universidad y salen con un título, se colocan en puestos que requieren menos preparación. La lluvia de noticias negativas sobre los conocimientos de los estudiantes españoles y la salud del sistema educativo español (de la ESO a la Universidad) no ha parado en los últimos meses.
El último Informe Pisa, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) entre los 57 países más desarrollados, sitúa a España por debajo de la media internacional, y bajando una vez más, en matemáticas y lectura. En ciencias, los resultados están estancados en la mediocridad. Hace unas semanas, también la OCDE volvía a dar un varapalo a la educación española en el informe Education at a Glance 2008: cada vez compensa menos económicamente ser universitario en España. Se ha reducido la diferencia salarial en sólo siete años del 73% al 47% entre los que tienen un graduado escolar y un título universitario.
A pesar de ello, el mayor ruido en las aulas no lo hacen estos problemas sino la implantación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, una materia contra la que está haciendo campaña la Iglesia católica, apoyada por el Partido Popular. Pero mientras la utilización política de la educación es lo que copa más portadas, los datos (de la OCDE, la UE, el Ministerio de Educación y de las comunidades autónomas) hablan de que los verdaderos problemas están en otra parte.
Tres de cada diez alumnos fracasa en la ESO. Un buen número de los que siguen abandonan a la mitad el Bachillerato o la FP. Numerosos colegios públicos vuelven a empezar el curso llenos de los inmigrantes que los concertados no asumen, Algunos son centros gueto, cuya situación pagan al final los chavales. Y seguirán haciéndolo. Porque los conflictos sociales se fraguan en la falta de integración social en la escuela. Detrás de todo está otro dato clave de la OCDE: España invierte 5.000 euros al año por alumno, 1.058 menos que la media de los demás países.
La desmotivación del profesorado
Poco valorados por padres y alumnos
El sueldo no es malo, comparado con otros países, sobre todo al principio de la carrera profesional (28.995 euros). Pero los docentes españoles tardan 38 años en llegar a ganar 47.000 euros, su tope, mientras que la media de los europeos logra ingresar 45.000 cuando lleva 24 años ejerciendo. Su principal problema (internacional, en realidad) es el desprestigio social. En parte, por el dinero. No es de las profesiones en las que más se gana, ni cuenta con una carrera profesional en España que les permita escalar posiciones profesionales, ni con el respeto de otros tiempos. Muchos padres no valoran su trabajo, por tanto, tampoco, sus hijos, los alumnos.
Además, las nuevas generaciones viven en un mundo en el que la tecnología es fundamental para el aprendizaje, pero muchos profesores no la controlan. La mayoría de los docentes tiene entre 45 y 50 años. El Gobierno prepara un estatuto con el que construirles una carrera, pero el tema está enconado desde la pasada legislatura básicamente por los incentivos. El Ejecutivo cree que deben ir vinculados a méritos concretos; los sindicatos, que debe haber otros de oficio.
La integración de los inmigrantes
El 80% de extranjeros, a la pública
Dos factores han hecho aumentar el número de alumnos en España desde el curso 2002-2003: la inmigración y la gratuidad generalizada de la educación de tres a seis años. Pero, sobre todo, el aumento de extranjeros. En 2001-2002 los inmigrantes eran el 3% del alumnado. El curso pasado eran ya el 9,6%. El crecimiento empezó a ser notable en ese 2001-2002, a pesar de que fue el curso con menos población escolar en décadas (6.832.357 alumnos). Y eso que ese año ya había aumentado el alumnado inmigrante en 65.195 alumnos más. Desde entonces hay 80.000 alumnos inmigrantes más de media por año. Sin embargo, el 79,2% están escolarizados en centros públicos (575.722 este curso, frente a 119.468, en la privada concertada), cuando la concertada posee alrededor del 34,5% de los centros frente al 65,5% de la pública. Hay comunidades, como Cataluña o Madrid, que tienen además mucha inmigración. En ellas la red concertada ronda el 40%. Cataluña, donde la concertada escolariza al 15% de los inmigrantes, quiere obligar a que se repartan entre concertados y públicos en todas las zonas. La nueva ley orgánica, la LOE, lo permite en toda España.
El abandono
El desánimo y la rigidez del sistema
Que un chaval deje el sistema educativo a mitad del Bachillerato o la FP (esto es el abandono escolar) tiene que ver con su motivación, sus apoyos sociales y con la salud del propio sistema. Aparte del fracaso escolar, los principales problemas son la falta de impulso y prestigio social de la FP y la rigidez del Bachillerato. Falta optatividad, pero además la realidad es que muchos institutos no tienen medios para ofrecer a los alumnos los cuatro tipos de Bachillerato.
El 74% de población de 55 a 64 años no tiene ni bachillerato ni FP, pero en otra franja más joven (de entre 25 y 34) ha bajado al 36%. A pesar de la mejora, España sigue fallando. El abandono escolar en la UE es del 21% de media y en la OCDE del 23%.
Existe un problema de ajuste entre la demanda y la oferta de la formación profesional, especialmente de la superior, como se ve en los datos.
En los noventa, el porcentaje de chicos que no lograban un título superior al de EGB rondaba el 40%. Los datos oficiales de 1992, cuando aún no se había implantado la reforma de 1990 en secundaria, sitúan el abandono en el 41%. Si ahora es del 36% entre los treintañeros, poco se ha mejorado en casi 20 años.
El fracaso escolar
El doble de alumnos sin el título que en la UE
El fracaso escolar es espectacularmente más alto en España que en la media de los países de la Unión Europea. Es decir, los alumnos que a los 16 años no han logrado el título educativo mínimo, el de la ESO, con el que salir a la calle a buscar empleo son muchos más que en la mayoría de los países de nuestro entorno. A día de hoy, el Gobierno reconoce un 31%. Este porcentaje en realidad se denomina "abandono educativo temprano" porque incluye alrededor de un 0,5% de estudiantes que aunque aprueba la ESO no sigue estudiando después. El último dato cerrado es el de 2007: 29,6% de fracaso escolar más un 0,3% de alumnos que saca el título pero deja después el sistema educativo.
En resumen, la cifra clara y contundente: el 30% de los niños fracasan, frente al 14,8% en la Europa de los 27.
Los sucesivos Gobiernos de las dos últimas décadas han atribuido en buena medida este fracaso a la extensión de la educación obligatoria de los 14 a los 16 años (con la LOGSE), que se empezó en 1990. El PP ha culpado del fracaso a esa reforma (impulsada por los socialistas) y el PSOE usa siempre este argumento para pedir tiempo para que se vean los resultados de sus cambios.
El Gobierno reconoce hoy que este fracaso es "un problema" pero, según sus datos, es un problema estancado, ya que hace 10 años, en 1997, era de un 30%. Sin embargo, el último Gobierno del PP situó, desde el mismo Ministerio de Educación, el fracaso escolar en 2002 en un 25%. Por tanto, si se tienen en cuenta los datos del actual equipo ministerial, el fracaso escolar está estancado. Si se tienen en cuenta los datos que aportó PP cuando gobernaba, ha empeorado.
Lo único claro es que han pasado 18 años desde que se aprobó la reforma educativa que extendió la educación obligatoria hasta los 16 años y España no ha mejorado en esta cuestión al ritmo deseable o razonable, esto es, el seguido por otros países en situaciones políticas y educativas muy diversas. Se ve al comparar ese mismo "abandono educativo temprano". Por no irnos muy lejos, Italia, por ejemplo, ha pasado de un 30% de fracaso escolar en 1997 al 19,3% actual; y Grecia, del 19,9% al 14,7%, en el mismo periodo.
El PP ideó los polémicos itinerarios a los 14 años para intentar paliar este problema. Consistían básicamente en dividir a los niños a esa edad en clases distintas según su rendimiento. Pero este aspecto de su norma (la Ley de Calidad) no llegó ni a ponerse en marcha. Zapatero lo paralizó. Los socialistas consideran los itinerarios una "segregación" temprana que perjudicaba a las clases más desfavorecidas. Han ideado otro sistema (contenido en la Ley Orgánica de Educación, de 2006) que apenas se ha empezado a poner en marcha. La principal medida relacionada con el fracaso son unos programas denominados de cualificación profesional inicial. Persiguen que los que fracasan vuelvan al sistema a sacarse el título. Se estrena este curso con presupuesto específico.
La falta de competitividad de los centros superiores
Ninguna universidad española está entre las 100 mejores del mundo
De las 75 universidades que hay en España ninguna está entre las 100 mejores del mundo y sólo una, la de Barcelona, está a día de hoy entre las 100 primeras europeas en los ranking internacionales. España, salvo por brillantes excepciones, no es conocida en el mundo por sus aportaciones permanentes a la ciencia. Aun así, en los últimos años se ha logrado aumentar la producción científica (en sentido amplio, también en ciencias sociales o humanidades) en revistas de calidad hasta colocar el país en puesto décimo. La mayor parte de esa producción sale de las universidades. Se hace en ellas el 70% de la investigación.
No es sólo un problema español. También es europeo. Entre las 20 universidades mejores del mundo sólo hay dos europeas: Oxford y Cambridge. El resto son todas norteamericanas, a excepción de la Universidad de Tokio.
Los ranking internacionales de referencia -el de la Universidad de Shanghai y el Times Higher Education QS World University Ranking- tienen además en cuenta indicadores en los que España tiene aún las de perder, como la opinión de especialistas internacionales sobre cada universidad, su imagen internacional o incluso la cantidad de premios Nobel que tienen o han tenido en sus plantillas.
Detrás de la Universidad de Barcelona están situadas (según el ranking de la Universidad de Shanghai) otras ocho universidades españolas entre las 200 mejores de Europa. La Autónoma de Madrid, la Complutense y la de Valencia están situadas entre los puestos 100 y el 123. Un poco más abajo aparecen la Autónoma de Barcelona y la Politécnica de Valencia (en la horquilla que va de los puestos 124 al 172) y las de Granada, Sevilla y Zaragoza (las tres están colocadas entre los puestos 173 y 208). En esta lista no aparece ningún centro privado español.
Como referencia, a nivel mundial, estas nueve universidades se encuentran en ese mismo ranking entre los puestos 151 y 510. Las 10 mejores del mundo son las que más suenan, las que tienen más prestigio y en la mayoría de los casos las que cuentan con más presupuesto.
A este retraso va unido además el déficit del país en la producción de patentes, especialmente las que tengan entrada en los grandes mercados internacionales (EE UU, Europa y Japón). En esta situación ha influido la falta de conexión entre las empresas y las universidades. Nadie ha estado pendiente de qué investigación básica que se hacía en los laboratorios de los centros superiores se podía aplicar luego en el mercado.
La creación de un ministerio específico de Ciencia es el segundo intento de acercar la producción científica a las empresas. El primero lo hizo el PP cuando estaba en el poder, pero entonces no incluyó a las universidades. Esta segunda experiencia, recién estrenada, los socialistas sí han optado por incluirlas. Aun así, se trata de un proyecto que, de tener resultados favorables, se verán a medio o largo plazo.
Mientras, la inversión que hace el país tanto en I+D (el 1,2% del PIB) como en universidades (el 1,22% del PIB) sigue siendo reducida. El Consejo de Universidades ha calculado que es necesario subirla hasta el 1,5% si se quiere mejorar en competitividad. Los países de la UE destinan de media el 1,3% (en la OCDE, el 1,5%). El Ministerio de Ciencia e Innovación proyecta unir universidades, centros de investigación y empresas para crear un nuevo modelo económico.
El retraso en los idiomas
El inglés, asignatura pendiente en selectividad
El dominio del inglés ha sido durante décadas uno de los principales aspectos que diferenciaba a los estudiantes y profesionales procedentes de clases sociales ricas y pobres en España. Su generalización era, y sigue siendo (la de su dominio real), una de las asignaturas pendientes más importantes de la educación. La asignatura de lengua extranjera es una materia obligatoria desde 1º de primaria, a los seis años. Casi todos los alumnos eligen inglés. Por ejemplo, en la ESO sólo el 1,4% escoge francés. Pero ya el 55,4% de los niños lo empieza a aprender en los últimos cursos de infantil (de los tres a los seis años), según los datos oficiales. Otra cosa es lograr que la dominen.
Como referencia, el inglés es una de las materias, junto a matemáticas y física, en la que peor nota sacan los alumnos en la selectividad. En la última prueba que se hizo, la de julio, la suspendieron el 40% de los alumnos, según los datos de seis universidades donde se realizó. Esto da idea del nivel general. Las comunidades están poniendo en marcha centros bilingües (donde se estudian varias materias, generalmente dos, en inglés), pero la formación de los profesores para dar otros contenidos en inglés sigue siendo un tema pendiente. El Gobierno está becando a los futuros maestros para que se vayan tres meses a estudiarlo en el extranjero, pero está por ver si es suficiente. En la futura selectividad habrá una prueba de inglés, lo que sí obligará a los centros y administraciones a volcarse más en él.
La devaluación de los títulos superiores
Muchos titulados universitarios, pero mal pagados
Hace tan sólo una década -ni qué decir hace 20 o 30 años- un titulado en ingeniería, arquitectura o medicina o (por mencionar algunas de las carreras más demandadas) salía al mercado con empleo asegurado, e incluso muchas empresas se presentaban en las aulas universitarias para fichar a los mejores. Ahora, el acceso a la Universidad es más universal. El 39% de los jóvenes de entre 25 y 34 años es titulado universitario. Más que en la media de la UE (30%) y de la OCDE (33%). En 1995, por ejemplo, eran el 27%.
La inmensa mayoría de españoles siempre han querido que sus hijos fueran a la Universidad por prestigio social y económico. Así lo reflejan las encuestas. En cambio, la FP, que tiene muchas salidas laborales, tiene una injusta fama de ser una alternativa para los torpes. No es así. Forma en una profesión y desde ella también se puede acceder a la Universidad.
El aumento de titulados es uno de los factores que ha provocado que la compensación económica por serlo sea cada vez menor: hace siete años, un universitario ganaba un 73% más de media que un empleado con sólo el graduado de ESO o escolar. Ahora gana sólo un 43% más. El mercado tiene más donde elegir y ajusta los salarios a la baja.
Pero además la oferta de titulaciones no se ajusta a las necesidades del mercado. Éste no es capaz de absorber a licenciados en áreas tecnológicas, sanitarias e incluso informáticas porque no se han potenciado esos sectores. El cambio de modelo económico se lleva tiempo anunciado, pero llevará décadas ver los resultados.
El último Informe Pisa, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) entre los 57 países más desarrollados, sitúa a España por debajo de la media internacional, y bajando una vez más, en matemáticas y lectura. En ciencias, los resultados están estancados en la mediocridad. Hace unas semanas, también la OCDE volvía a dar un varapalo a la educación española en el informe Education at a Glance 2008: cada vez compensa menos económicamente ser universitario en España. Se ha reducido la diferencia salarial en sólo siete años del 73% al 47% entre los que tienen un graduado escolar y un título universitario.
A pesar de ello, el mayor ruido en las aulas no lo hacen estos problemas sino la implantación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, una materia contra la que está haciendo campaña la Iglesia católica, apoyada por el Partido Popular. Pero mientras la utilización política de la educación es lo que copa más portadas, los datos (de la OCDE, la UE, el Ministerio de Educación y de las comunidades autónomas) hablan de que los verdaderos problemas están en otra parte.
Tres de cada diez alumnos fracasa en la ESO. Un buen número de los que siguen abandonan a la mitad el Bachillerato o la FP. Numerosos colegios públicos vuelven a empezar el curso llenos de los inmigrantes que los concertados no asumen, Algunos son centros gueto, cuya situación pagan al final los chavales. Y seguirán haciéndolo. Porque los conflictos sociales se fraguan en la falta de integración social en la escuela. Detrás de todo está otro dato clave de la OCDE: España invierte 5.000 euros al año por alumno, 1.058 menos que la media de los demás países.
La desmotivación del profesorado
Poco valorados por padres y alumnos
El sueldo no es malo, comparado con otros países, sobre todo al principio de la carrera profesional (28.995 euros). Pero los docentes españoles tardan 38 años en llegar a ganar 47.000 euros, su tope, mientras que la media de los europeos logra ingresar 45.000 cuando lleva 24 años ejerciendo. Su principal problema (internacional, en realidad) es el desprestigio social. En parte, por el dinero. No es de las profesiones en las que más se gana, ni cuenta con una carrera profesional en España que les permita escalar posiciones profesionales, ni con el respeto de otros tiempos. Muchos padres no valoran su trabajo, por tanto, tampoco, sus hijos, los alumnos.
Además, las nuevas generaciones viven en un mundo en el que la tecnología es fundamental para el aprendizaje, pero muchos profesores no la controlan. La mayoría de los docentes tiene entre 45 y 50 años. El Gobierno prepara un estatuto con el que construirles una carrera, pero el tema está enconado desde la pasada legislatura básicamente por los incentivos. El Ejecutivo cree que deben ir vinculados a méritos concretos; los sindicatos, que debe haber otros de oficio.
La integración de los inmigrantes
El 80% de extranjeros, a la pública
Dos factores han hecho aumentar el número de alumnos en España desde el curso 2002-2003: la inmigración y la gratuidad generalizada de la educación de tres a seis años. Pero, sobre todo, el aumento de extranjeros. En 2001-2002 los inmigrantes eran el 3% del alumnado. El curso pasado eran ya el 9,6%. El crecimiento empezó a ser notable en ese 2001-2002, a pesar de que fue el curso con menos población escolar en décadas (6.832.357 alumnos). Y eso que ese año ya había aumentado el alumnado inmigrante en 65.195 alumnos más. Desde entonces hay 80.000 alumnos inmigrantes más de media por año. Sin embargo, el 79,2% están escolarizados en centros públicos (575.722 este curso, frente a 119.468, en la privada concertada), cuando la concertada posee alrededor del 34,5% de los centros frente al 65,5% de la pública. Hay comunidades, como Cataluña o Madrid, que tienen además mucha inmigración. En ellas la red concertada ronda el 40%. Cataluña, donde la concertada escolariza al 15% de los inmigrantes, quiere obligar a que se repartan entre concertados y públicos en todas las zonas. La nueva ley orgánica, la LOE, lo permite en toda España.
El abandono
El desánimo y la rigidez del sistema
Que un chaval deje el sistema educativo a mitad del Bachillerato o la FP (esto es el abandono escolar) tiene que ver con su motivación, sus apoyos sociales y con la salud del propio sistema. Aparte del fracaso escolar, los principales problemas son la falta de impulso y prestigio social de la FP y la rigidez del Bachillerato. Falta optatividad, pero además la realidad es que muchos institutos no tienen medios para ofrecer a los alumnos los cuatro tipos de Bachillerato.
El 74% de población de 55 a 64 años no tiene ni bachillerato ni FP, pero en otra franja más joven (de entre 25 y 34) ha bajado al 36%. A pesar de la mejora, España sigue fallando. El abandono escolar en la UE es del 21% de media y en la OCDE del 23%.
Existe un problema de ajuste entre la demanda y la oferta de la formación profesional, especialmente de la superior, como se ve en los datos.
En los noventa, el porcentaje de chicos que no lograban un título superior al de EGB rondaba el 40%. Los datos oficiales de 1992, cuando aún no se había implantado la reforma de 1990 en secundaria, sitúan el abandono en el 41%. Si ahora es del 36% entre los treintañeros, poco se ha mejorado en casi 20 años.
El fracaso escolar
El doble de alumnos sin el título que en la UE
El fracaso escolar es espectacularmente más alto en España que en la media de los países de la Unión Europea. Es decir, los alumnos que a los 16 años no han logrado el título educativo mínimo, el de la ESO, con el que salir a la calle a buscar empleo son muchos más que en la mayoría de los países de nuestro entorno. A día de hoy, el Gobierno reconoce un 31%. Este porcentaje en realidad se denomina "abandono educativo temprano" porque incluye alrededor de un 0,5% de estudiantes que aunque aprueba la ESO no sigue estudiando después. El último dato cerrado es el de 2007: 29,6% de fracaso escolar más un 0,3% de alumnos que saca el título pero deja después el sistema educativo.
En resumen, la cifra clara y contundente: el 30% de los niños fracasan, frente al 14,8% en la Europa de los 27.
Los sucesivos Gobiernos de las dos últimas décadas han atribuido en buena medida este fracaso a la extensión de la educación obligatoria de los 14 a los 16 años (con la LOGSE), que se empezó en 1990. El PP ha culpado del fracaso a esa reforma (impulsada por los socialistas) y el PSOE usa siempre este argumento para pedir tiempo para que se vean los resultados de sus cambios.
El Gobierno reconoce hoy que este fracaso es "un problema" pero, según sus datos, es un problema estancado, ya que hace 10 años, en 1997, era de un 30%. Sin embargo, el último Gobierno del PP situó, desde el mismo Ministerio de Educación, el fracaso escolar en 2002 en un 25%. Por tanto, si se tienen en cuenta los datos del actual equipo ministerial, el fracaso escolar está estancado. Si se tienen en cuenta los datos que aportó PP cuando gobernaba, ha empeorado.
Lo único claro es que han pasado 18 años desde que se aprobó la reforma educativa que extendió la educación obligatoria hasta los 16 años y España no ha mejorado en esta cuestión al ritmo deseable o razonable, esto es, el seguido por otros países en situaciones políticas y educativas muy diversas. Se ve al comparar ese mismo "abandono educativo temprano". Por no irnos muy lejos, Italia, por ejemplo, ha pasado de un 30% de fracaso escolar en 1997 al 19,3% actual; y Grecia, del 19,9% al 14,7%, en el mismo periodo.
El PP ideó los polémicos itinerarios a los 14 años para intentar paliar este problema. Consistían básicamente en dividir a los niños a esa edad en clases distintas según su rendimiento. Pero este aspecto de su norma (la Ley de Calidad) no llegó ni a ponerse en marcha. Zapatero lo paralizó. Los socialistas consideran los itinerarios una "segregación" temprana que perjudicaba a las clases más desfavorecidas. Han ideado otro sistema (contenido en la Ley Orgánica de Educación, de 2006) que apenas se ha empezado a poner en marcha. La principal medida relacionada con el fracaso son unos programas denominados de cualificación profesional inicial. Persiguen que los que fracasan vuelvan al sistema a sacarse el título. Se estrena este curso con presupuesto específico.
La falta de competitividad de los centros superiores
Ninguna universidad española está entre las 100 mejores del mundo
De las 75 universidades que hay en España ninguna está entre las 100 mejores del mundo y sólo una, la de Barcelona, está a día de hoy entre las 100 primeras europeas en los ranking internacionales. España, salvo por brillantes excepciones, no es conocida en el mundo por sus aportaciones permanentes a la ciencia. Aun así, en los últimos años se ha logrado aumentar la producción científica (en sentido amplio, también en ciencias sociales o humanidades) en revistas de calidad hasta colocar el país en puesto décimo. La mayor parte de esa producción sale de las universidades. Se hace en ellas el 70% de la investigación.
No es sólo un problema español. También es europeo. Entre las 20 universidades mejores del mundo sólo hay dos europeas: Oxford y Cambridge. El resto son todas norteamericanas, a excepción de la Universidad de Tokio.
Los ranking internacionales de referencia -el de la Universidad de Shanghai y el Times Higher Education QS World University Ranking- tienen además en cuenta indicadores en los que España tiene aún las de perder, como la opinión de especialistas internacionales sobre cada universidad, su imagen internacional o incluso la cantidad de premios Nobel que tienen o han tenido en sus plantillas.
Detrás de la Universidad de Barcelona están situadas (según el ranking de la Universidad de Shanghai) otras ocho universidades españolas entre las 200 mejores de Europa. La Autónoma de Madrid, la Complutense y la de Valencia están situadas entre los puestos 100 y el 123. Un poco más abajo aparecen la Autónoma de Barcelona y la Politécnica de Valencia (en la horquilla que va de los puestos 124 al 172) y las de Granada, Sevilla y Zaragoza (las tres están colocadas entre los puestos 173 y 208). En esta lista no aparece ningún centro privado español.
Como referencia, a nivel mundial, estas nueve universidades se encuentran en ese mismo ranking entre los puestos 151 y 510. Las 10 mejores del mundo son las que más suenan, las que tienen más prestigio y en la mayoría de los casos las que cuentan con más presupuesto.
A este retraso va unido además el déficit del país en la producción de patentes, especialmente las que tengan entrada en los grandes mercados internacionales (EE UU, Europa y Japón). En esta situación ha influido la falta de conexión entre las empresas y las universidades. Nadie ha estado pendiente de qué investigación básica que se hacía en los laboratorios de los centros superiores se podía aplicar luego en el mercado.
La creación de un ministerio específico de Ciencia es el segundo intento de acercar la producción científica a las empresas. El primero lo hizo el PP cuando estaba en el poder, pero entonces no incluyó a las universidades. Esta segunda experiencia, recién estrenada, los socialistas sí han optado por incluirlas. Aun así, se trata de un proyecto que, de tener resultados favorables, se verán a medio o largo plazo.
Mientras, la inversión que hace el país tanto en I+D (el 1,2% del PIB) como en universidades (el 1,22% del PIB) sigue siendo reducida. El Consejo de Universidades ha calculado que es necesario subirla hasta el 1,5% si se quiere mejorar en competitividad. Los países de la UE destinan de media el 1,3% (en la OCDE, el 1,5%). El Ministerio de Ciencia e Innovación proyecta unir universidades, centros de investigación y empresas para crear un nuevo modelo económico.
El retraso en los idiomas
El inglés, asignatura pendiente en selectividad
El dominio del inglés ha sido durante décadas uno de los principales aspectos que diferenciaba a los estudiantes y profesionales procedentes de clases sociales ricas y pobres en España. Su generalización era, y sigue siendo (la de su dominio real), una de las asignaturas pendientes más importantes de la educación. La asignatura de lengua extranjera es una materia obligatoria desde 1º de primaria, a los seis años. Casi todos los alumnos eligen inglés. Por ejemplo, en la ESO sólo el 1,4% escoge francés. Pero ya el 55,4% de los niños lo empieza a aprender en los últimos cursos de infantil (de los tres a los seis años), según los datos oficiales. Otra cosa es lograr que la dominen.
Como referencia, el inglés es una de las materias, junto a matemáticas y física, en la que peor nota sacan los alumnos en la selectividad. En la última prueba que se hizo, la de julio, la suspendieron el 40% de los alumnos, según los datos de seis universidades donde se realizó. Esto da idea del nivel general. Las comunidades están poniendo en marcha centros bilingües (donde se estudian varias materias, generalmente dos, en inglés), pero la formación de los profesores para dar otros contenidos en inglés sigue siendo un tema pendiente. El Gobierno está becando a los futuros maestros para que se vayan tres meses a estudiarlo en el extranjero, pero está por ver si es suficiente. En la futura selectividad habrá una prueba de inglés, lo que sí obligará a los centros y administraciones a volcarse más en él.
La devaluación de los títulos superiores
Muchos titulados universitarios, pero mal pagados
Hace tan sólo una década -ni qué decir hace 20 o 30 años- un titulado en ingeniería, arquitectura o medicina o (por mencionar algunas de las carreras más demandadas) salía al mercado con empleo asegurado, e incluso muchas empresas se presentaban en las aulas universitarias para fichar a los mejores. Ahora, el acceso a la Universidad es más universal. El 39% de los jóvenes de entre 25 y 34 años es titulado universitario. Más que en la media de la UE (30%) y de la OCDE (33%). En 1995, por ejemplo, eran el 27%.
La inmensa mayoría de españoles siempre han querido que sus hijos fueran a la Universidad por prestigio social y económico. Así lo reflejan las encuestas. En cambio, la FP, que tiene muchas salidas laborales, tiene una injusta fama de ser una alternativa para los torpes. No es así. Forma en una profesión y desde ella también se puede acceder a la Universidad.
El aumento de titulados es uno de los factores que ha provocado que la compensación económica por serlo sea cada vez menor: hace siete años, un universitario ganaba un 73% más de media que un empleado con sólo el graduado de ESO o escolar. Ahora gana sólo un 43% más. El mercado tiene más donde elegir y ajusta los salarios a la baja.
Pero además la oferta de titulaciones no se ajusta a las necesidades del mercado. Éste no es capaz de absorber a licenciados en áreas tecnológicas, sanitarias e incluso informáticas porque no se han potenciado esos sectores. El cambio de modelo económico se lleva tiempo anunciado, pero llevará décadas ver los resultados.
0 Comentarios:
Publicar un comentario