DIARIO DE SEVILLA (16/02/10) - CRISTINA DÍAZ
Delegado Diocesano de Migraciones, Juan Manuel Palma, natural de Coria del Río, estudió Magisterio y luego ingresó en el Seminario. Fue aquí donde comenzó a desarrollar su faceta solidaria y a trabajar con marroquíes y subsaharianos, tanto en Ceuta como en Sevilla.
Párroco, voluntario y amigo. Juan Manuel Palma ejerce como tal desde hace cuatro años en la parroquia Blanca Paloma del barrio de Los Pajaritos. Allí convive con sus vecinos y busca "lo más auténtico de cada uno, la perla que esconden". Sus feligreses suelen ser "familias desestructuradas y chavales que se sienten marginados pero con muchas ganas de vivir y de seguir hacia delante".
Pero, en los últimos años, a los vecinos de Los Pajaritos se suman los inmigrantes que acoge en su casa. A sus 38 años, Juan Manuel es delegado diocesano de Migraciones. Todo comenzó mientras estudiaba en el Seminario. Cada verano viaja a Ceuta de voluntario. Allí conoció a unas monjas que trabajaban con menores marroquíes y subsaharianos que saltaban la valla fronteriza, y, poco a poco se fue introduciendo en la Asociación Elín, que lucha para que no se vulneren los derechos de los inmigrantes. Tanta es su vinculación con la asociación que en su casa de Los Pajaritos siempre hay viviendo uno o dos inmigrantes. "Colaboran y participan en las actividades de la parroquia, aunque no se les obliga a asumir nuestra religión, son uno más del barrio". Su solidaridad con los inmigrantes llegó a oídos de la Diócesis de Sevilla y le nombraron, primero, coordinador de la Mesa de Migración y, luego, delegado diocesano. "Aunque creo que me falta formación, ilusión y ganas de ayudar me sobran".
Párroco, voluntario y amigo. Juan Manuel Palma ejerce como tal desde hace cuatro años en la parroquia Blanca Paloma del barrio de Los Pajaritos. Allí convive con sus vecinos y busca "lo más auténtico de cada uno, la perla que esconden". Sus feligreses suelen ser "familias desestructuradas y chavales que se sienten marginados pero con muchas ganas de vivir y de seguir hacia delante".
Pero, en los últimos años, a los vecinos de Los Pajaritos se suman los inmigrantes que acoge en su casa. A sus 38 años, Juan Manuel es delegado diocesano de Migraciones. Todo comenzó mientras estudiaba en el Seminario. Cada verano viaja a Ceuta de voluntario. Allí conoció a unas monjas que trabajaban con menores marroquíes y subsaharianos que saltaban la valla fronteriza, y, poco a poco se fue introduciendo en la Asociación Elín, que lucha para que no se vulneren los derechos de los inmigrantes. Tanta es su vinculación con la asociación que en su casa de Los Pajaritos siempre hay viviendo uno o dos inmigrantes. "Colaboran y participan en las actividades de la parroquia, aunque no se les obliga a asumir nuestra religión, son uno más del barrio". Su solidaridad con los inmigrantes llegó a oídos de la Diócesis de Sevilla y le nombraron, primero, coordinador de la Mesa de Migración y, luego, delegado diocesano. "Aunque creo que me falta formación, ilusión y ganas de ayudar me sobran".