VOCES - ALM
Los excluídos forman parte de nuestro día a día. Ahora lo sabemos porque los medios han tomado nota de ello y les acomodan un nicho informativo del que emergen en forma de tópico postrero, primero navideño y últimamente también veraniego, cuando todos los demás han sido agotados. Inmigrantes, chabolistas, sin techo y desamparados en estado crítico son presentados como una amalgama que hace más soportable el final del estío. Porque el mal de muchos, por odiosa comparación, es el mejor bálsamo contra la depresión post-vacacional.
¿Quién conserva la inocencia cuando agosto ya agoniza? En este apretón de última hora unos aprovechan el trasunto rumano para evidenciar la debilidad del gobierno, otros salen en los papeles pillados en un renuncio y confiesan que la gente está en la calle porque quiere. Un traspiés humaniza, y confirma que los que se destacan por correr implacables tras los errores ajenos suelen ser también los más indulgentes con los fallos propios.
Declarar que las personas rechazan las ayudas por apatía es tan simplista y manipulador que, al escucharlo, suena a hueco. Igual que tachar de desagradecido al río que se empecina en desbordarse cada gota fría, por no querer seguir el cauce que cándidamente le marcamos.
Pese a la reciente inversión después de décadas de abandono, los recursos siguen siendo manifiestamente escasos e inadecuados a la realidad. Analicen las cifras y descubirán horrorizados que en nuestra ciudad no hay ni medio centenar de plazas de baja exigencia a disposición de los "irrecuperables" de la calle. Por favor, no crean todo lo que se publica, ni a mí mismo. Sólo escuchen el silencio de los que toman las decisiones.
EL CORREO DE ANDALUCÍA (22/08/10) - María Jiménez
La mitad de los 400 sin techo
de Sevilla rechazan ayudas
Los excluídos forman parte de nuestro día a día. Ahora lo sabemos porque los medios han tomado nota de ello y les acomodan un nicho informativo del que emergen en forma de tópico postrero, primero navideño y últimamente también veraniego, cuando todos los demás han sido agotados. Inmigrantes, chabolistas, sin techo y desamparados en estado crítico son presentados como una amalgama que hace más soportable el final del estío. Porque el mal de muchos, por odiosa comparación, es el mejor bálsamo contra la depresión post-vacacional.
¿Quién conserva la inocencia cuando agosto ya agoniza? En este apretón de última hora unos aprovechan el trasunto rumano para evidenciar la debilidad del gobierno, otros salen en los papeles pillados en un renuncio y confiesan que la gente está en la calle porque quiere. Un traspiés humaniza, y confirma que los que se destacan por correr implacables tras los errores ajenos suelen ser también los más indulgentes con los fallos propios.
Declarar que las personas rechazan las ayudas por apatía es tan simplista y manipulador que, al escucharlo, suena a hueco. Igual que tachar de desagradecido al río que se empecina en desbordarse cada gota fría, por no querer seguir el cauce que cándidamente le marcamos.
Pese a la reciente inversión después de décadas de abandono, los recursos siguen siendo manifiestamente escasos e inadecuados a la realidad. Analicen las cifras y descubirán horrorizados que en nuestra ciudad no hay ni medio centenar de plazas de baja exigencia a disposición de los "irrecuperables" de la calle. Por favor, no crean todo lo que se publica, ni a mí mismo. Sólo escuchen el silencio de los que toman las decisiones.
EL CORREO DE ANDALUCÍA (22/08/10) - María Jiménez
La mitad de los 400 sin techo
de Sevilla rechazan ayudas