EL MUNDO (20/09/10) - EDUARDO DEL CAMPO
Cuando uno se queda sin hogar, es difícil volver a encontrar otro. José Henrique Dias Oliveira, de 52 años, y Ana Fernández Elías, de 45, se han llevado la mayor parte de sus vidas viviendo en la calle, adonde cayeron como a un pozo cuando él era aún un niño maltratado en la ciudad portuguesa de Setúbal y ella una madre adolescente y enganchada a la droga en el barrio sevillano de las Tres Mil Viviendas. Se conocieron hace más de veinte años en las aceras de Sevilla, donde ambos sobrevivían durmiendo en cajeros automáticos, soportales, casas en ruinas.
Ahora, desde hace dos años, viven, por fin, en una vivienda digna, un apartamento de protección social en un corral de vecinos de la calle Pagés del Corro, en Triana, por el que pagan 31,18 euros al mes al Ayuntamiento y 60 de comunidad con luz incluida.
Sostienen su nueva existencia bajo techo con lo que ganan limpiando: ella, escaleras, y él, durante el verano, en el cine de la Diputación. Cuentan que a menudo, cuando se despiertan, les parece irreal estar viviendo así, en una cama al abrigo, al lado de una bañera y un retrete, con luz eléctrica, agua corriente, una cocina y una tele en el salón. Antes se duchaban una vez a la semana en el albergue municipal o con un bidón perforado a modo de regadera. «Me parece mentira, de tanto tiempo que me he tirado en la calle».
Ahora, desde hace dos años, viven, por fin, en una vivienda digna, un apartamento de protección social en un corral de vecinos de la calle Pagés del Corro, en Triana, por el que pagan 31,18 euros al mes al Ayuntamiento y 60 de comunidad con luz incluida.
Sostienen su nueva existencia bajo techo con lo que ganan limpiando: ella, escaleras, y él, durante el verano, en el cine de la Diputación. Cuentan que a menudo, cuando se despiertan, les parece irreal estar viviendo así, en una cama al abrigo, al lado de una bañera y un retrete, con luz eléctrica, agua corriente, una cocina y una tele en el salón. Antes se duchaban una vez a la semana en el albergue municipal o con un bidón perforado a modo de regadera. «Me parece mentira, de tanto tiempo que me he tirado en la calle».
2 Comentarios:
Igual que algunos de vosotros, los recuerdo de hace años, en su época en el Mercado del Arenal, antes de que lo cerraran.
Me alegra que hayan encontrado un lugar. Por una vez, un final esperanzador.
Me apunto a la esperanza.
Un abrazo desde Barceloma, Enrique
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