Perteneciente al Área Sanitaria Virgen Macarena, está situado entre el tanatorio y el cementerio. Además de las zonas destinadas a enfermos mentales y a procesos quirúrgicos, posee otras dos alas cuyos usuarios le confieren su especial singularidad.
Allí ingresan pacientes con perspectivas de una larga estancia, la mayoría ancianos, pero también personas sin hogar, enfermos mentales, toxicómanos e internos del Centro Penitenciario Sevilla 2. Muchos no reciben visita alguna salvo la de unos pocos voluntarios durante unas horas por la tarde de lunes a jueves.
Es de justicia destacar el buen trato que reciben por sanitarios, celadores y servicio de limpieza. No obstante, la escasa dotación de personal hace que los pacientes apenas puedan socializarse. Este matiz es esencial cuando el hospital se convierte en tu casa durante varios meses.
A partir de nuestra experiencia en San Lázaro, podemos y debemos señalar las siguientes carencias:
• Los pacientes no están distribuidos en función de la edad. Ello provoca que personas aún jóvenes, pero con frágil equilibrio psíquico, presencien sucesivamente la agonía y muerte de otros enfermos mayores.
• Ancianas con caderas fracturadas sólo reciben una fisioterapia mínima.
• El número de auxiliares de enfermería es insuficiente para alimentar en un tiempo razonable a los enfermos impedidos. Así, a la anorexia inducida por la escasa actividad física, se añade una poco atrayente cena fría, lo que incide en un mayor deterioro nutricional.
• Personas sin hogar con enfermedades crónicas como diabetes o úlceras no disponen de un periodo de hospitalización suficiente hasta encontrar alojamiento, teniendo que ser reingresados cada pocas semanas.
• Inmigrantes que no conocen el castellano requerirían de carteles con algunas palabras claves traducidas a su idioma para una mínima comunicación con el personal que les atiende.
• Las habitaciones reservadas a los internos del Centro Penitenciario Sevilla 2 sufren un lamentable estado de deterioro. El mantenimiento de camas, paredes y cristales es deficiente. Así mismo, los reclusos no tienen fácil acceso a elementos para aseo personal, ni medios para remitir cartas a sus familiares.
Hace ya 8 siglos que San Lázaro fue abierto como leprosería. El tiempo ha pasado, pero el dolor sigue encarnándose en el rostro de personas concretas y cercanas. Algo tristemente familiar para sus empleados y voluntarios, pero que nunca conseguirá doblegar su espíritu. Juntos nos alertan del largo camino que queda por recorrer para que la vida en todos los hospitales sea digna de la modernidad que algunos proclaman.
Allí ingresan pacientes con perspectivas de una larga estancia, la mayoría ancianos, pero también personas sin hogar, enfermos mentales, toxicómanos e internos del Centro Penitenciario Sevilla 2. Muchos no reciben visita alguna salvo la de unos pocos voluntarios durante unas horas por la tarde de lunes a jueves.
Es de justicia destacar el buen trato que reciben por sanitarios, celadores y servicio de limpieza. No obstante, la escasa dotación de personal hace que los pacientes apenas puedan socializarse. Este matiz es esencial cuando el hospital se convierte en tu casa durante varios meses.
A partir de nuestra experiencia en San Lázaro, podemos y debemos señalar las siguientes carencias:
• Los pacientes no están distribuidos en función de la edad. Ello provoca que personas aún jóvenes, pero con frágil equilibrio psíquico, presencien sucesivamente la agonía y muerte de otros enfermos mayores.
• Ancianas con caderas fracturadas sólo reciben una fisioterapia mínima.
• El número de auxiliares de enfermería es insuficiente para alimentar en un tiempo razonable a los enfermos impedidos. Así, a la anorexia inducida por la escasa actividad física, se añade una poco atrayente cena fría, lo que incide en un mayor deterioro nutricional.
• Personas sin hogar con enfermedades crónicas como diabetes o úlceras no disponen de un periodo de hospitalización suficiente hasta encontrar alojamiento, teniendo que ser reingresados cada pocas semanas.
• Inmigrantes que no conocen el castellano requerirían de carteles con algunas palabras claves traducidas a su idioma para una mínima comunicación con el personal que les atiende.
• Las habitaciones reservadas a los internos del Centro Penitenciario Sevilla 2 sufren un lamentable estado de deterioro. El mantenimiento de camas, paredes y cristales es deficiente. Así mismo, los reclusos no tienen fácil acceso a elementos para aseo personal, ni medios para remitir cartas a sus familiares.
Hace ya 8 siglos que San Lázaro fue abierto como leprosería. El tiempo ha pasado, pero el dolor sigue encarnándose en el rostro de personas concretas y cercanas. Algo tristemente familiar para sus empleados y voluntarios, pero que nunca conseguirá doblegar su espíritu. Juntos nos alertan del largo camino que queda por recorrer para que la vida en todos los hospitales sea digna de la modernidad que algunos proclaman.