Para ser legal hay que pagar
Rocío Velis
Los pícaros no dejan nunca de agudizar el ingenio para obtener un beneficio rápido. Las colas que los inmigrantes forman para la Oficina de Extranjeros se han convertido en un negocio para algunos grupos de rumanos, que comercian con los números de atención al público.
Acuden a primera hora de la mañana para adquirir varios números de los que cada día se reparten en la Oficina de Extranjeros para atender al público. La estrategia es fácil: una vez que éstos se agotan, los que se han quedado sin turno se convierten en la presa perfecta. La desesperación por lograr el ansiado permiso de residencia y el evitarse tener que volver hace que los inmigrantes caigan en las manos de estos grupos, que se dedican a vender los números al precio que estiman oportuno.
Así lo denunció, en el seno de las jornada sobre Contratación de Extranjeros organizada por la Fundación Persán esta semana, el secretario general de la Delegación del Gobierno, Julio Alba, quien incluso aseveró que en muchas ocasiones se han producido peleas a las puertas de la Subdelegación, de la que depende la Oficina de Extranjeros, teniendo que intervenir los Cuerpos de Seguridad del Estado. “Son grupos de delincuentes que comercian con los números de las colas”, desgranó Alba. Sus integrantes son de nacionalidad rumana y llegan a crear “una tensión que no se ha dado con otros extranjeros”, señaló.
Precisamente, la ingente llegada de inmigrantes de Rumanía a Sevilla “está colapsando la Oficina, pues en menos de seis meses han llegado 10.000 rumanos, unos con permiso y otros no”. De hecho, de los 61.339 extranjeros que tienen permiso de residencia en Sevilla, 9.084 son rumanos, casi un 15%, que han llegado tras la entrada de Rumanía como miembro de pleno derecho en la Unión Europea el pasado 1 de enero de 2007. El resto son de Marruecos (6.535), Bolivia (5.096), Colombia (3.997), Ecuador (3.471) y China (2.328).
De hecho, la Oficina de Extranjeros está atendiendo cada día a una media de 800 personas y las previsiones son que este año se tramiten “más de 40.000 expedientes, y tememos que lleguemos a los 50.000”.
Alargar el plazo. Ante esta situación, que se podía calificar casi de desbordante, la Oficina está planteándose una posible solución que sería la de “alargar voluntariamente” el tiempo de tramitación de los permisos de residencia. Según explicó Alba, el servicio de Sevilla es uno de los que resuelve con mayor rapidez toda la burocracia, lo que está provocando un efecto llamada de extranjeros de otras provincias limítrofes, en las que los plazos de tramitación son superiores. Y es que si en las dependencias sevillanas “se resuelven los expedientes en un mes, en otras provincias vienen tardando unos tres meses”, lo que provoca que “los que necesitan el permiso urgente se vengan aquí”, detalló.
Por este motivo, Alba apostó por una Oficina de Extranjeros con una gestión eficaz pero controlada. “Esperamos que la dinámica vaya a mejor, pero de una forma controlada porque si no se nos puede desbordar”.
A la situación de saturación se suman otras circunstancias que hacen la tarea de este servicio mucho más complicada, como la solicitud de antecedentes penales a los países de origen, los certificados de los servicios públicos de empleo o los matrimonios de conveniencia. Alba indicó que, en muchas ocasiones, “tonterías como el impago de una multa nos complican muchísimo la tramitación del permiso”.
El perfil del inmigrante es indistintamente el de un hombre o una mujer de entre 20 y 44 años que se dedica a la construcción, la agricultura, la hostelería o el servicio doméstico. Sobre este último, el secretario general destacó las numerosas altas en la Seguridad Social que ha propiciado.
Acuden a primera hora de la mañana para adquirir varios números de los que cada día se reparten en la Oficina de Extranjeros para atender al público. La estrategia es fácil: una vez que éstos se agotan, los que se han quedado sin turno se convierten en la presa perfecta. La desesperación por lograr el ansiado permiso de residencia y el evitarse tener que volver hace que los inmigrantes caigan en las manos de estos grupos, que se dedican a vender los números al precio que estiman oportuno.
Así lo denunció, en el seno de las jornada sobre Contratación de Extranjeros organizada por la Fundación Persán esta semana, el secretario general de la Delegación del Gobierno, Julio Alba, quien incluso aseveró que en muchas ocasiones se han producido peleas a las puertas de la Subdelegación, de la que depende la Oficina de Extranjeros, teniendo que intervenir los Cuerpos de Seguridad del Estado. “Son grupos de delincuentes que comercian con los números de las colas”, desgranó Alba. Sus integrantes son de nacionalidad rumana y llegan a crear “una tensión que no se ha dado con otros extranjeros”, señaló.
Precisamente, la ingente llegada de inmigrantes de Rumanía a Sevilla “está colapsando la Oficina, pues en menos de seis meses han llegado 10.000 rumanos, unos con permiso y otros no”. De hecho, de los 61.339 extranjeros que tienen permiso de residencia en Sevilla, 9.084 son rumanos, casi un 15%, que han llegado tras la entrada de Rumanía como miembro de pleno derecho en la Unión Europea el pasado 1 de enero de 2007. El resto son de Marruecos (6.535), Bolivia (5.096), Colombia (3.997), Ecuador (3.471) y China (2.328).
De hecho, la Oficina de Extranjeros está atendiendo cada día a una media de 800 personas y las previsiones son que este año se tramiten “más de 40.000 expedientes, y tememos que lleguemos a los 50.000”.
Alargar el plazo. Ante esta situación, que se podía calificar casi de desbordante, la Oficina está planteándose una posible solución que sería la de “alargar voluntariamente” el tiempo de tramitación de los permisos de residencia. Según explicó Alba, el servicio de Sevilla es uno de los que resuelve con mayor rapidez toda la burocracia, lo que está provocando un efecto llamada de extranjeros de otras provincias limítrofes, en las que los plazos de tramitación son superiores. Y es que si en las dependencias sevillanas “se resuelven los expedientes en un mes, en otras provincias vienen tardando unos tres meses”, lo que provoca que “los que necesitan el permiso urgente se vengan aquí”, detalló.
Por este motivo, Alba apostó por una Oficina de Extranjeros con una gestión eficaz pero controlada. “Esperamos que la dinámica vaya a mejor, pero de una forma controlada porque si no se nos puede desbordar”.
A la situación de saturación se suman otras circunstancias que hacen la tarea de este servicio mucho más complicada, como la solicitud de antecedentes penales a los países de origen, los certificados de los servicios públicos de empleo o los matrimonios de conveniencia. Alba indicó que, en muchas ocasiones, “tonterías como el impago de una multa nos complican muchísimo la tramitación del permiso”.
El perfil del inmigrante es indistintamente el de un hombre o una mujer de entre 20 y 44 años que se dedica a la construcción, la agricultura, la hostelería o el servicio doméstico. Sobre este último, el secretario general destacó las numerosas altas en la Seguridad Social que ha propiciado.
0 Comentarios:
Publicar un comentario