EL CORREO DE ANDALUCÍA (17/08/08)- ISABEL ATENCIA
Tiendas-almacén para reducir precios
Reducir gastos y economizar en la compra diaria. Productos frescos y variados que llegan al consumidor sin intermediarios y con descuentos. Las cooperativas y sus tiendas ayudan ofreciendo precios más competitivos a la vez que apoyan el desarrollo de la agricultura.
La organización agraria COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), la Unión de Consumidores de España (UCE) y la Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceaccu) denuncian la “especulación” existente en el mercado agroalimentario y cifran en un 10,25% el incremento de estos márgenes. Un aumento que puede llegar a multiplicar el precio de algunos alimentos hasta el 479%.
Algunas cooperativas han desarrollado en los últimos años un esfuerzo tendente a comercializar sus productos directamente. Se han creado así las tiendas cooperativas, pequeños establecimientos de venta al por menor caracterizados por un cierto carácter social impreso por la filosofía cooperativista y su vinculación con el territorio, y que se presentan como un instrumento óptimo para alcanzar los objetivos propios de este tipo de empresa social. Dicho de otro modo, estas tiendas surgen de la premisa de que para obtener beneficios, las cooperativas han de ser competitivas: “Lo único que necesitamos es cubrir los gastos fijos porque todas las demás ganancias ya recaen directamente en los socios”, dice un portavoz de la cooperativa San Sebastián (Lora del Río).
Los productos que abundan en las cooperativas de la provincia de Sevilla cumplen básicamente con una cualidad: son de fácil conservación y almacenaje, aunque también hay cooperativas de productos hortofrutícolas que ofrecen sus mercancías en sus tiendas.
Si bien se ha detectado un elevado grado de heterogeneidad entre estos establecimientos (en cuanto a tamaño, estructura, volumen de negocio, etcétera), la Confederación de Cooperativas Agrarias de España (CCAE) ha llegado a una clasificación del conjunto de tiendas analizadas en cuatro grandes modelos.
“Las tiendas-almacén son el tipo más básico, que se conciben como una forma de facilitar a sus socios el acceso de una pequeña gama de productos, aunque esto no significa que no vendan al público en general”, afirma Patricia Castejón, técnico de la CCAE, que participó en un estudio sobre el impacto de las tiendas cooperativas a nivel nacional. “El segundo tipo es la tienda súper, que tiene por objetivo satisfacer una amplia gama de necesidades con un surtido variado, principalmente alimentación, pero también otros componentes de la cesta de la compra”, resume Castejón. “Las otras formas son más específicas: la tienda delicatessen, dirigida más bien a los visitantes del medio rural como forma de promoción de sus productos, y la tienda franquiciada, que quizás sea el modelo más rentable, porque comparte imagen, catálogo común, etc, con varias cooperativas”.
Como una unión de estos dos últimos sentidos marcha la tienda que Faeca (Federación Andaluza de Cooperativas Agrarias) tiene en Sevilla. Su razón de ser es la promoción de los productos de sus cooperativas asociadas, un lugar de encuentro de los productos cooperativos de la provincia.
Clientes. Pero las ventajas de las tiendas cooperativas no se circunscriben a éstas últimas. El cliente también obtiene un rendimiento al acudir a ellas pues, al carecer de intermediarios porque las cooperativas han fomentado este canal propio de diversificación de su oferta, acceden a productos que en los canales habituales no se encuentran y a precios más competitivos. “Los agricultores cogen los frutos por la mañana temprano, y al rato ya están en la tienda. Son, por tanto, productos frescos que mantienen todo su sabor”, afirma el presidente de la cooperativa Las Nieves, Antonio Escalera. “La verdad es que las tiendas están dando un magnífico resultado porque benefician a todos: al consumidor, porque paga menos, y al agricultor, que cobra al momento”.
De cualquier manera, los mejores precios y la calidad del producto no son sólo la única ventaja para el consumidor. El servicio añadido y la posibilidad de conocer la fábrica y el punto de distribución de los productos que adquiere suman un punto más.
“En el grupo Denominación de Origen de Estepa, como Consejo Regulador, no podemos tener tienda. Las que sí venden directamente son las 17 cooperativas asociadas. Su valor añadido es el servicio que ofrecen: nuevos formatos, promociones, regalos... El precio es el mismo en la cooperativa que en cualquier punto de venta porque nuestro reclamo es la calidad”, señala Moisés Caballero, secretario del Consejo Regulador.
Lo mismo apuntan desde la cooperativa Santa Teresa: “Los clientes vienen, conocen las instalaciones, charlan con nosotros y conocen el mecanismo de producción del aceite. En cuanto a los precios, nosotros no queremos entrar en competencia con nuestros distribuidores”.
La ruta de las tiendas cooperativas en la provincia permite llenar la cesta de la compra con productos para todos los gustos. Lo más usual es encontrar los frutos más típicos de la tierra: aceite, aceitunas, vinos y chacinas. Pero los productos más perecederos gozan también de muy buena salud, que infunden en los bolsillos de los compradores.
Un ejemplo de este tipo es Canla (Cooperativa Agrícola Naranjera de Los Alcores), que tiene un punto de venta de fruta, de zumos y derivados de la naranja y, lo más curioso, una ferretería. Esta variedad de mercancías que llegan a ofrecer estas tiendas se debe a que otra de sus funciones es “ofrecer al agricultor todo lo que necesite”, corrobora Antonio González, de la cooperativa San Sebastián. En su tienda hay de todo –hasta repuestos de tractores– “a precios no agresivos, por debajo del mercado”.
A la hora de ofrecer datos sobre el porcentaje de ahorro con respecto a las tiendas convencionales, el estudio de la CCAE no da cifras: “No se puede valorar”, reconoce Castejón. La posibilidad de disfrutar de sabores desconocidos en la ciudad son su principal baza.
La organización agraria COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), la Unión de Consumidores de España (UCE) y la Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceaccu) denuncian la “especulación” existente en el mercado agroalimentario y cifran en un 10,25% el incremento de estos márgenes. Un aumento que puede llegar a multiplicar el precio de algunos alimentos hasta el 479%.
Algunas cooperativas han desarrollado en los últimos años un esfuerzo tendente a comercializar sus productos directamente. Se han creado así las tiendas cooperativas, pequeños establecimientos de venta al por menor caracterizados por un cierto carácter social impreso por la filosofía cooperativista y su vinculación con el territorio, y que se presentan como un instrumento óptimo para alcanzar los objetivos propios de este tipo de empresa social. Dicho de otro modo, estas tiendas surgen de la premisa de que para obtener beneficios, las cooperativas han de ser competitivas: “Lo único que necesitamos es cubrir los gastos fijos porque todas las demás ganancias ya recaen directamente en los socios”, dice un portavoz de la cooperativa San Sebastián (Lora del Río).
Los productos que abundan en las cooperativas de la provincia de Sevilla cumplen básicamente con una cualidad: son de fácil conservación y almacenaje, aunque también hay cooperativas de productos hortofrutícolas que ofrecen sus mercancías en sus tiendas.
Si bien se ha detectado un elevado grado de heterogeneidad entre estos establecimientos (en cuanto a tamaño, estructura, volumen de negocio, etcétera), la Confederación de Cooperativas Agrarias de España (CCAE) ha llegado a una clasificación del conjunto de tiendas analizadas en cuatro grandes modelos.
“Las tiendas-almacén son el tipo más básico, que se conciben como una forma de facilitar a sus socios el acceso de una pequeña gama de productos, aunque esto no significa que no vendan al público en general”, afirma Patricia Castejón, técnico de la CCAE, que participó en un estudio sobre el impacto de las tiendas cooperativas a nivel nacional. “El segundo tipo es la tienda súper, que tiene por objetivo satisfacer una amplia gama de necesidades con un surtido variado, principalmente alimentación, pero también otros componentes de la cesta de la compra”, resume Castejón. “Las otras formas son más específicas: la tienda delicatessen, dirigida más bien a los visitantes del medio rural como forma de promoción de sus productos, y la tienda franquiciada, que quizás sea el modelo más rentable, porque comparte imagen, catálogo común, etc, con varias cooperativas”.
Como una unión de estos dos últimos sentidos marcha la tienda que Faeca (Federación Andaluza de Cooperativas Agrarias) tiene en Sevilla. Su razón de ser es la promoción de los productos de sus cooperativas asociadas, un lugar de encuentro de los productos cooperativos de la provincia.
Clientes. Pero las ventajas de las tiendas cooperativas no se circunscriben a éstas últimas. El cliente también obtiene un rendimiento al acudir a ellas pues, al carecer de intermediarios porque las cooperativas han fomentado este canal propio de diversificación de su oferta, acceden a productos que en los canales habituales no se encuentran y a precios más competitivos. “Los agricultores cogen los frutos por la mañana temprano, y al rato ya están en la tienda. Son, por tanto, productos frescos que mantienen todo su sabor”, afirma el presidente de la cooperativa Las Nieves, Antonio Escalera. “La verdad es que las tiendas están dando un magnífico resultado porque benefician a todos: al consumidor, porque paga menos, y al agricultor, que cobra al momento”.
De cualquier manera, los mejores precios y la calidad del producto no son sólo la única ventaja para el consumidor. El servicio añadido y la posibilidad de conocer la fábrica y el punto de distribución de los productos que adquiere suman un punto más.
“En el grupo Denominación de Origen de Estepa, como Consejo Regulador, no podemos tener tienda. Las que sí venden directamente son las 17 cooperativas asociadas. Su valor añadido es el servicio que ofrecen: nuevos formatos, promociones, regalos... El precio es el mismo en la cooperativa que en cualquier punto de venta porque nuestro reclamo es la calidad”, señala Moisés Caballero, secretario del Consejo Regulador.
Lo mismo apuntan desde la cooperativa Santa Teresa: “Los clientes vienen, conocen las instalaciones, charlan con nosotros y conocen el mecanismo de producción del aceite. En cuanto a los precios, nosotros no queremos entrar en competencia con nuestros distribuidores”.
La ruta de las tiendas cooperativas en la provincia permite llenar la cesta de la compra con productos para todos los gustos. Lo más usual es encontrar los frutos más típicos de la tierra: aceite, aceitunas, vinos y chacinas. Pero los productos más perecederos gozan también de muy buena salud, que infunden en los bolsillos de los compradores.
Un ejemplo de este tipo es Canla (Cooperativa Agrícola Naranjera de Los Alcores), que tiene un punto de venta de fruta, de zumos y derivados de la naranja y, lo más curioso, una ferretería. Esta variedad de mercancías que llegan a ofrecer estas tiendas se debe a que otra de sus funciones es “ofrecer al agricultor todo lo que necesite”, corrobora Antonio González, de la cooperativa San Sebastián. En su tienda hay de todo –hasta repuestos de tractores– “a precios no agresivos, por debajo del mercado”.
A la hora de ofrecer datos sobre el porcentaje de ahorro con respecto a las tiendas convencionales, el estudio de la CCAE no da cifras: “No se puede valorar”, reconoce Castejón. La posibilidad de disfrutar de sabores desconocidos en la ciudad son su principal baza.
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