EL PAÍS (11/12/08)
'Mileuristas' para siempre
España perdió la oportunidad de crear empleo de calidad en los años de bonanza - La brecha salarial con los socios europeos se consolida y la paradoja sigue: se buscan profesionales, pero muchos se van
AMANDA MARS
Como en España no se vive en ninguna parte. Hartos de oírlo, puede haber quien se lo crea. Pero unos cuantos datos podrían bajarle los humos a los optimistas. Por ejemplo: con los horarios de España se trabaja en muy pocas partes. Y con la tasa de temporalidad que hay el mercado laboral español, prácticamente en ninguna. En pocos países europeos hay tantos licenciados, máster arriba máster abajo, con sueldos mileuristas. Y en ningún otro país -al menos de la OCDE- el poder adquisitivo de los trabajadores ha bajado en plena década de bonanza. ¿De verdad que como en España no se vive en ninguna parte?
Los salarios han perdido poder adquisitivo en pleno crecimiento
El kilo de ingeniero, de médico, de abogado, de licenciado, sale proporcionalmente en España más barato que en los países de su entorno, y los incentivos económicos para obtener un título universitario -la mejora salarial respecto al que carece de él- van a la baja con los años.
Un puñado de datos ilustra que tener título universitario no es un gran negocio. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el 22,7% de los trabajadores indefinidos y el 40,27% de los eventuales de entre 16 y 30 años desarrolla un trabajo que requiere menos preparación de la que tiene. Comisiones Obreras da una cifra absoluta: 1,3 millones de licenciados tiene un trabajo que no es acorde a su formación. Además, la diferencia de jornal entre los universitarios y los que no han acabado la secundaria ha caído un 40% entre 1997 y 2004, según un estudio de La Caixa. Los colectivos profesionales no dejan de quejarse de la devaluación de su trabajo, no sólo en términos económicos, sino también de prestigio.
"El hecho de que más de la mitad de los jóvenes estén empleados con contratos temporales perjudica el desarrollo de su potencial, con lo que esa parte de población que está más formada que la media no está sirviendo para mejorar la productividad de la economía española. La economía no se está beneficiando de su formación", dice Andrés Fuentes, economista primero del departamento de la OCDE especialista en España y Suiza.
El informe oficial del organismo, de 2008, también incide: "La economía no ha experimentado todo el beneficio de la enorme entrada de trabajadores cualificados", que son el 40% de aquéllos entre 25 y 35 años.
Manuel Jiménez es uno de los licenciados españoles que, como dice la OCDE, ya no contribuyen a mejorar la competitividad española. Hace tres años decidió iniciar su vida en Madrid junto a su pareja, Paulina, finlandesa. Él, licenciado en Derecho y con un máster en Derecho Internacional, cobraba 700 euros por trabajar sin contrato en una organización humanitaria, y completaba el sueldo cuidando un locutorio por las noches. Ella, su entonces novia y ahora esposa, también licenciada en Derecho, ingresaba 1.000 por trabajar en una oficina de arquitectura.
"A mí este panorama me impactó menos porque ya conocía el país, pero a Paulina se le acabó el mundo. Nuestra idea era vivir en Madrid, establecernos, pero las pasábamos canutas para llegar a fin de mes y mis padres me tenían que ayudar", explica este asturiano de 29 años.
Al cabo de un año, replegaron velas. Tras un largo viaje a Honduras, acamparon en Helsinki y el escenario cambió. "Yo ahora no trabajo, tengo una beca para estudiar el doctorado de 1.250 euros, y eso aquí no está mal para vivir. Paulina trabaja en una ONG por 1.850 euros al mes, con lo que tenemos nuestro propio piso y no necesitamos ayuda de los padres", explica Manuel. "Eso sí, aquí hace un frío del carajo, y a las tres de la tarde ya es de noche. Nos gustaría algún día volver a intentarlo en Madrid, pero no es fácil".
Las diferencias de salarios medios entre España y los países de su entorno siguen siendo relevantes incluso después de la puesta en equivalencia del poder adquisitivo, es decir, descontando el efecto de los distintos niveles de vida. Los 22.667 que se cobran en España en la industria y los servicios contrastan con los casi 28.000 de Francia y los 41.000 de Alemania (más datos en cuadro).
"Pero no es que haya demasiados licenciados en España, porque Alemania y Reino Unido producen muchos más y esto no ocurre. La clave está en el valor añadido de sus economías. Es que España no produce suficientes empleos de valor", se apresura a recalcar Carlos Martín, economista del gabinete de estudios de Comisiones Obreras.
De hecho, otra regañina de la OCDE se debe a lo que ha hecho el mercado de trabajo en España en la época de bonanza: entre 1995 y 2005, el poder adquisitivo del salario medio bajó un 4%, el único descenso en todos los países de la organización. Y es que dos de cada diez empleados ganan 1.000 euros brutos al mes, según CC OO.
Las perspectivas no son buenas. El volumen de ofertas de empleo cualificado ha caído un 8% entre abril de 2007 y el mismo mes de 2008, mientras que en el mes de septiembre, la oferta de este tipo de empleo disminuyó el 25%, con respecto al mismo mes del año pasado, según el informe de infoempleo.com, patrocinado por La Caixa.
Aunque, hasta ahora, el déficit de ingenieros o de personal sanitario en España no ha sido noticia. Manuel Acero, presidente del Instituto de la Ingeniería en España, no discute que a las empresas les cueste encontrar ingenieros, pero critica que a los jóvenes que han acabado una licenciatura de cinco años más el proyecto "les están ofreciendo sueldos de 22.000 euros al año, lo que no se corresponde en absoluto con el esfuerzo realizado, con lo que este país no está promocionando para nada la formación".
Es verdad, concede, que si el trabajador tiene paciencia, sus condiciones laborales van mejorando con los años, pero no todos tienen o quieren esperar. Y no todo se paga con dinero. Acero destaca también la distinta organización del trabajo: "Aquí se basa en hacer horas, hay mucha presión por lo que dirá o pensará el jefe, mientras que en otros países hay más flexibilidad y más apuesta por los objetivos". "Aquí se habla mucho de I+D, pero no se hace nada", lamenta.
A los jóvenes españoles también les atraen las posibilidades de investigación de otros países. Jesús Guitarte, ingeniero de Telecomunicaciones, fue de Zaragoza a Múnich en 2000 para realizar su proyecto de fin de carrera, y acabó haciendo el doctorado. "En España no lo hubiera hecho porque se realiza en la Universidad, y eso te corta las alas, mientras que aquí investigas dentro de una empresa, con lo que ya estás ganando experiencia laboral. Y con una beca", apostilla. En su caso, la empresa fue Siemens, la misma compañía que le convirtió en trabajador fijo al acabar el doctorado.
El sector sanitario en España también vive en la contradicción de un déficit de mano obra local y una progresiva fuga de profesionales a otros países. ¿Por qué? Antoni Gallego, del sindicato Médicos de Cataluña, lo tiene claro: "La retribución es un problema, pero la carga de trabajo también, y la consideración social: una muestra es que está creciendo el número de agresiones a los profesionales. Es que la salud se convierte en un bien de consumo más que un servicio. Se ha perdido la consideración al facultativo. Ahora oyes: 'Eh, tú, hazme la baja', y en otros países no es así".
Según el sindicato, el salario medio de un médico en España se sitúa entre los 33.000 y los 41.000 euros anuales, mientras que en Reino Unido alcanza una horquilla de 73.000 a 140.000 euros y en Francia o Italia está entre 45.100 y 89.000.
A las enfermeras les ocurre algo parecido. Esther Vilarasau, del sindicato Satse, asegura que el gremio "ha perdido poder adquisitivo con los años", pero coincide a su vez en que "no se trata sólo de salarios, sino de la proyección social y profesional que las enfermeras tiene en otros países, donde hay diferentes grados de enfermerías, especialidades".
La enfermera gallega Natalia Varela asegura que se siente, en propoción, tan mileurista en Cambridge como en A Coruña, pero con una diferencia: sólo en Reino Unido puede hacer el posgrado de dramaterapia (práctica del teatro con finalidad terapéutica). Por eso ha decidido quedarse.
Ella ha aterrizado en Inglaterra a través de una empresa ubicada en Valencia, Baker Street, que hace de intermediaria para exportar profesionales enfermeros y farmacéuticos a Reino Unido. Este año ha enviado unas cien enfermeras a Reino Unido, "porque ha habido un parón desde 2006", según su director, Joshua C. Goldblatt, aunque en 2009 calcula que irán unas 200. También envían a unos 200 farmacéuticos.
Satse también destaca que buena parte de los contratos de trabajo que se ofrecen en España para el gremio son eventuales. La precariedad es uno de los continuos motivos de toques de atención por parte de la OCDE. El mercado laboral español se obstina en mantener la mayor tasa de empleo temporal de Europa: el 31% de los trabajadores es eventual, el doble que en la Europa de los 15 (14,8%), en la de los 27 (14,5%), y que en los cuatro grandes: Francia (14,4%), Italia (13,2%), Reino Unido (5,9%) o Alemania (14,6%), según datos de Eurostat de 2007.
Para invertir la tendencia, la OCDE insta a España a reformar la normativa de protección de los empleados, ya que "es tanta la protección de los empleados fijos que apenas se fomenta la movilidad y la incorporación de nuevos empleados", explica Fuentes.
Marta B. Díez sabe bastante de cambios de destino. Trabaja en el departamento de ayuda a refugiados de Cruz Roja en Brisbane, Australia, por el equivalente a 2.000 euros al mes, una cantidad que allí le permite pagar su alquiler sola, vivir y viajar. No se plantea regresar a España, y menos con la crisis. "La ayuda social es muy amateur en España, mucho menos profesionalizada. Es como si no se considerase un trabajo: cuando te quejas de que se paga mal, la gente se sorprende, como si se tuviese que hacer gratis", explica esta licenciada en Filología Inglesa, que también ha trabajado en Leeds (Reino Unido), pero no en España. Lo peor de la devaluación de una profesión como la de la ayuda social, reflexiona, "es que la gente no quiera dedicarse a ello, que parezca que sólo lo hace quien no puede hacer otras cosas".
Los salarios han perdido poder adquisitivo en pleno crecimiento
El kilo de ingeniero, de médico, de abogado, de licenciado, sale proporcionalmente en España más barato que en los países de su entorno, y los incentivos económicos para obtener un título universitario -la mejora salarial respecto al que carece de él- van a la baja con los años.
Un puñado de datos ilustra que tener título universitario no es un gran negocio. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el 22,7% de los trabajadores indefinidos y el 40,27% de los eventuales de entre 16 y 30 años desarrolla un trabajo que requiere menos preparación de la que tiene. Comisiones Obreras da una cifra absoluta: 1,3 millones de licenciados tiene un trabajo que no es acorde a su formación. Además, la diferencia de jornal entre los universitarios y los que no han acabado la secundaria ha caído un 40% entre 1997 y 2004, según un estudio de La Caixa. Los colectivos profesionales no dejan de quejarse de la devaluación de su trabajo, no sólo en términos económicos, sino también de prestigio.
"El hecho de que más de la mitad de los jóvenes estén empleados con contratos temporales perjudica el desarrollo de su potencial, con lo que esa parte de población que está más formada que la media no está sirviendo para mejorar la productividad de la economía española. La economía no se está beneficiando de su formación", dice Andrés Fuentes, economista primero del departamento de la OCDE especialista en España y Suiza.
El informe oficial del organismo, de 2008, también incide: "La economía no ha experimentado todo el beneficio de la enorme entrada de trabajadores cualificados", que son el 40% de aquéllos entre 25 y 35 años.
Manuel Jiménez es uno de los licenciados españoles que, como dice la OCDE, ya no contribuyen a mejorar la competitividad española. Hace tres años decidió iniciar su vida en Madrid junto a su pareja, Paulina, finlandesa. Él, licenciado en Derecho y con un máster en Derecho Internacional, cobraba 700 euros por trabajar sin contrato en una organización humanitaria, y completaba el sueldo cuidando un locutorio por las noches. Ella, su entonces novia y ahora esposa, también licenciada en Derecho, ingresaba 1.000 por trabajar en una oficina de arquitectura.
"A mí este panorama me impactó menos porque ya conocía el país, pero a Paulina se le acabó el mundo. Nuestra idea era vivir en Madrid, establecernos, pero las pasábamos canutas para llegar a fin de mes y mis padres me tenían que ayudar", explica este asturiano de 29 años.
Al cabo de un año, replegaron velas. Tras un largo viaje a Honduras, acamparon en Helsinki y el escenario cambió. "Yo ahora no trabajo, tengo una beca para estudiar el doctorado de 1.250 euros, y eso aquí no está mal para vivir. Paulina trabaja en una ONG por 1.850 euros al mes, con lo que tenemos nuestro propio piso y no necesitamos ayuda de los padres", explica Manuel. "Eso sí, aquí hace un frío del carajo, y a las tres de la tarde ya es de noche. Nos gustaría algún día volver a intentarlo en Madrid, pero no es fácil".
Las diferencias de salarios medios entre España y los países de su entorno siguen siendo relevantes incluso después de la puesta en equivalencia del poder adquisitivo, es decir, descontando el efecto de los distintos niveles de vida. Los 22.667 que se cobran en España en la industria y los servicios contrastan con los casi 28.000 de Francia y los 41.000 de Alemania (más datos en cuadro).
"Pero no es que haya demasiados licenciados en España, porque Alemania y Reino Unido producen muchos más y esto no ocurre. La clave está en el valor añadido de sus economías. Es que España no produce suficientes empleos de valor", se apresura a recalcar Carlos Martín, economista del gabinete de estudios de Comisiones Obreras.
De hecho, otra regañina de la OCDE se debe a lo que ha hecho el mercado de trabajo en España en la época de bonanza: entre 1995 y 2005, el poder adquisitivo del salario medio bajó un 4%, el único descenso en todos los países de la organización. Y es que dos de cada diez empleados ganan 1.000 euros brutos al mes, según CC OO.
Las perspectivas no son buenas. El volumen de ofertas de empleo cualificado ha caído un 8% entre abril de 2007 y el mismo mes de 2008, mientras que en el mes de septiembre, la oferta de este tipo de empleo disminuyó el 25%, con respecto al mismo mes del año pasado, según el informe de infoempleo.com, patrocinado por La Caixa.
Aunque, hasta ahora, el déficit de ingenieros o de personal sanitario en España no ha sido noticia. Manuel Acero, presidente del Instituto de la Ingeniería en España, no discute que a las empresas les cueste encontrar ingenieros, pero critica que a los jóvenes que han acabado una licenciatura de cinco años más el proyecto "les están ofreciendo sueldos de 22.000 euros al año, lo que no se corresponde en absoluto con el esfuerzo realizado, con lo que este país no está promocionando para nada la formación".
Es verdad, concede, que si el trabajador tiene paciencia, sus condiciones laborales van mejorando con los años, pero no todos tienen o quieren esperar. Y no todo se paga con dinero. Acero destaca también la distinta organización del trabajo: "Aquí se basa en hacer horas, hay mucha presión por lo que dirá o pensará el jefe, mientras que en otros países hay más flexibilidad y más apuesta por los objetivos". "Aquí se habla mucho de I+D, pero no se hace nada", lamenta.
A los jóvenes españoles también les atraen las posibilidades de investigación de otros países. Jesús Guitarte, ingeniero de Telecomunicaciones, fue de Zaragoza a Múnich en 2000 para realizar su proyecto de fin de carrera, y acabó haciendo el doctorado. "En España no lo hubiera hecho porque se realiza en la Universidad, y eso te corta las alas, mientras que aquí investigas dentro de una empresa, con lo que ya estás ganando experiencia laboral. Y con una beca", apostilla. En su caso, la empresa fue Siemens, la misma compañía que le convirtió en trabajador fijo al acabar el doctorado.
El sector sanitario en España también vive en la contradicción de un déficit de mano obra local y una progresiva fuga de profesionales a otros países. ¿Por qué? Antoni Gallego, del sindicato Médicos de Cataluña, lo tiene claro: "La retribución es un problema, pero la carga de trabajo también, y la consideración social: una muestra es que está creciendo el número de agresiones a los profesionales. Es que la salud se convierte en un bien de consumo más que un servicio. Se ha perdido la consideración al facultativo. Ahora oyes: 'Eh, tú, hazme la baja', y en otros países no es así".
Según el sindicato, el salario medio de un médico en España se sitúa entre los 33.000 y los 41.000 euros anuales, mientras que en Reino Unido alcanza una horquilla de 73.000 a 140.000 euros y en Francia o Italia está entre 45.100 y 89.000.
A las enfermeras les ocurre algo parecido. Esther Vilarasau, del sindicato Satse, asegura que el gremio "ha perdido poder adquisitivo con los años", pero coincide a su vez en que "no se trata sólo de salarios, sino de la proyección social y profesional que las enfermeras tiene en otros países, donde hay diferentes grados de enfermerías, especialidades".
La enfermera gallega Natalia Varela asegura que se siente, en propoción, tan mileurista en Cambridge como en A Coruña, pero con una diferencia: sólo en Reino Unido puede hacer el posgrado de dramaterapia (práctica del teatro con finalidad terapéutica). Por eso ha decidido quedarse.
Ella ha aterrizado en Inglaterra a través de una empresa ubicada en Valencia, Baker Street, que hace de intermediaria para exportar profesionales enfermeros y farmacéuticos a Reino Unido. Este año ha enviado unas cien enfermeras a Reino Unido, "porque ha habido un parón desde 2006", según su director, Joshua C. Goldblatt, aunque en 2009 calcula que irán unas 200. También envían a unos 200 farmacéuticos.
Satse también destaca que buena parte de los contratos de trabajo que se ofrecen en España para el gremio son eventuales. La precariedad es uno de los continuos motivos de toques de atención por parte de la OCDE. El mercado laboral español se obstina en mantener la mayor tasa de empleo temporal de Europa: el 31% de los trabajadores es eventual, el doble que en la Europa de los 15 (14,8%), en la de los 27 (14,5%), y que en los cuatro grandes: Francia (14,4%), Italia (13,2%), Reino Unido (5,9%) o Alemania (14,6%), según datos de Eurostat de 2007.
Para invertir la tendencia, la OCDE insta a España a reformar la normativa de protección de los empleados, ya que "es tanta la protección de los empleados fijos que apenas se fomenta la movilidad y la incorporación de nuevos empleados", explica Fuentes.
Marta B. Díez sabe bastante de cambios de destino. Trabaja en el departamento de ayuda a refugiados de Cruz Roja en Brisbane, Australia, por el equivalente a 2.000 euros al mes, una cantidad que allí le permite pagar su alquiler sola, vivir y viajar. No se plantea regresar a España, y menos con la crisis. "La ayuda social es muy amateur en España, mucho menos profesionalizada. Es como si no se considerase un trabajo: cuando te quejas de que se paga mal, la gente se sorprende, como si se tuviese que hacer gratis", explica esta licenciada en Filología Inglesa, que también ha trabajado en Leeds (Reino Unido), pero no en España. Lo peor de la devaluación de una profesión como la de la ayuda social, reflexiona, "es que la gente no quiera dedicarse a ello, que parezca que sólo lo hace quien no puede hacer otras cosas".
PÚBLICO (12/14/08)
La ‘Generación Polígono’
La crisis económica se ha cebado con los jóvenes sin formación. Muchos han vuelto a la escuela para sacarse un título
SUSANA HIDALGO
Ocho de la mañana en la cola del paro de la localidad madrileña de Arganda del Rey (47.000 vecinos). Laura, de 19 años, espera a que abran las puertas agarrada a una carpeta. Trabajaba en una empresa y acaba de quedarse sin trabajo. No llegó a terminar la Formación Profesional. "Mi jefe me dijo: ya no puedes seguir trabajando aquí". Y Laura se fue.
También se ha quedado en paro un amigo suyo que trabajaba en un concesionario de coches y otro que despachaba en una tienda. A su lado, espera su turno Rocío: "Trabajaba como cajera en Alcampo y me han despedido". Sólo tiene estudios básicos. Su padre, que la acompaña, no deja de quejarse: de la cola, del Gobierno, de la crisis.A las once de la mañana, apenas hay movimiento en el polígono industrial del municipio.
Óscar Martínez barre su taller de neumáticos. "Antes éramos cuatro trabajadores y nos hemos quedado dos", explica. Ese día están él y una empleada rumana que no tiene nada que hacer. No hay clientes. El sueldo de Óscar también ha menguado y ha tenido que regresar a casa de sus padres. No tiene la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y, ahora, con la crisis económica, le ha visto las orejas al lobo: "Está la cosa mal, y yo sin estudios...".
A mediodía, un grupo de alumnos de la escuela de adultos de Arganda comenta a la salida cómo les ha salido un examen. Hay gente mayor pero también adolescentes. Muchos de ellos se han quedado en paro y han regresado a las aulas para intentarsacarse un título.
La crisis económica se está cebando especialmente con los jóvenes que, en su momento, dejaron los estudios por un trabajo y dinero fácil. La historia se repite en el relato de chicos y chicas de la escuela de adultos y del polígono, como como Gema ("dejé el instituto por la tontería"); Silvia ("dejé las clases por un curso de estética y luego me pagaban una mierda..."), o como la de Omar ("me salí porque no me gustaba estudiar").
La industria
El porcentaje de parados menores de 25 años subió en noviembre pasado un 58,06% respecto al mismo mes del año anterior. La cifra baja hasta un 40, 70% si se tienen en cuenta a los mayores de 25 años. Esta generación de jóvenes, muy vinculada al trabajo en los polígonos industriales, es la que engrosa el 31% de fracaso escolar que existe en España (el segundo más alto de la UE).
Es decir, son chicos que no tienen una titulación básica.
"Hay que mejorar los procesos de inserción laboral y acompañarlos con itinerarios personalizados"
Arganda del Rey es sólo un ejemplo. Esta localidad tiene una de las tasas de fracaso escolar más altas de la Comunidad de Madrid debido, en parte, a la proximidad de un gran polígono industrial, que ha proporcionado a muchos chicos del municipio un dinero fácil y un despido fulminante en cuanto los beneficios de las empresas han empezado a decrecer.
Con la carta de despido, llega la hora del ¿y ahora qué hacemos con ellos? Miguel Soler, director general de Formación Profesional del Ministerio de Educación explica que, a falta del cierre de los datos oficiales, ya hay una percepción de que el porcentaje de abandono escolar, a pesar de ser aún muy alto, está empezando a descender. "Por dos motivos, porque los chicos que antes abandonaban el instituto para ponerse a trabajar ya no lo hacen y porque los que se quedaron en paro se han apuntado a la escuela de adultos o han vuelto al instituto".
Precisamente el pasado mes de noviembre, el Gobierno anunció, en colaboración con las comunidades autónomas, un plan para paliar el fracaso escolar. Con él se pretende que en 2012 ese porcentaje de jóvenes que no han pasado de la ESO quede reducido a la mitad. El plan prevé un aumento de unas 80.000 plazas en los llamados Programas de Cualificación Profesional Inicial, pensados para recuperar para el sistema educativo a los jóvenes que un día dejaronlos estudios.
El sindicato CCOO cree que cualquier plan tiene que ir acompañado de "una mayor relación entre el proceso formativo y el mercado de trabajo". "Hay que mejorar los procesos de inserción laboral y acompañarlos con itinerarios personalizados", afirman desde el sindicato.
Obligación social
Para César Coll, catedrático de Psicología Evolutiva y Educación de la Universitat de Barcelona, "es una obligación social reinsertar a estos chicos, hay que buscar fórmulas para que vuelvan a engancharse a los estudios".
Primer problema: la motivación. Lo sabe bien Carmen Jiménez, directora del Centro de Educación Para Adultos (CEPA) de Arganda, donde estudian más de 1.000 personas. El CEPA admite alumnos de 16 años que presenten un contrato de trabajo. "El problema con los alumnos más jóvenes es que muchos no se lo toman en serio, se piensan que todavía están en el instituto. Los chicos de 16 años todavía tienen que madurar", sostiene Jiménez. "Hasta que no tienen 20 ó 21 años no le ven las orejas al lobo", agrega.
Este argumento lo corroboran los alumnos. Magda García, de 20 años, trabaja los fines de semana como cajera. "Aquí mucha gente viene al pitorreo", dice. Ella se lo toma en serio porque ya sabe lo que es trabajar sin tener formación. "Hasta que no te pones a currar no ves lo que necesitas tener estudios, incluso lo echas de menos", añade.
A su lado escucha atentamente Manuel Marín, de 24 años, que en su día dejó el instituto "por la economía familiar". "Somos seis hermanos y no había manera de que el sueldo de mi padre llegase a todos. ¿Que si tengo ganas de sacarme el título? Claro, si no, no vendría".
También se ha quedado en paro un amigo suyo que trabajaba en un concesionario de coches y otro que despachaba en una tienda. A su lado, espera su turno Rocío: "Trabajaba como cajera en Alcampo y me han despedido". Sólo tiene estudios básicos. Su padre, que la acompaña, no deja de quejarse: de la cola, del Gobierno, de la crisis.A las once de la mañana, apenas hay movimiento en el polígono industrial del municipio.
Óscar Martínez barre su taller de neumáticos. "Antes éramos cuatro trabajadores y nos hemos quedado dos", explica. Ese día están él y una empleada rumana que no tiene nada que hacer. No hay clientes. El sueldo de Óscar también ha menguado y ha tenido que regresar a casa de sus padres. No tiene la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y, ahora, con la crisis económica, le ha visto las orejas al lobo: "Está la cosa mal, y yo sin estudios...".
A mediodía, un grupo de alumnos de la escuela de adultos de Arganda comenta a la salida cómo les ha salido un examen. Hay gente mayor pero también adolescentes. Muchos de ellos se han quedado en paro y han regresado a las aulas para intentarsacarse un título.
La crisis económica se está cebando especialmente con los jóvenes que, en su momento, dejaron los estudios por un trabajo y dinero fácil. La historia se repite en el relato de chicos y chicas de la escuela de adultos y del polígono, como como Gema ("dejé el instituto por la tontería"); Silvia ("dejé las clases por un curso de estética y luego me pagaban una mierda..."), o como la de Omar ("me salí porque no me gustaba estudiar").
La industria
El porcentaje de parados menores de 25 años subió en noviembre pasado un 58,06% respecto al mismo mes del año anterior. La cifra baja hasta un 40, 70% si se tienen en cuenta a los mayores de 25 años. Esta generación de jóvenes, muy vinculada al trabajo en los polígonos industriales, es la que engrosa el 31% de fracaso escolar que existe en España (el segundo más alto de la UE).
Es decir, son chicos que no tienen una titulación básica.
"Hay que mejorar los procesos de inserción laboral y acompañarlos con itinerarios personalizados"
Arganda del Rey es sólo un ejemplo. Esta localidad tiene una de las tasas de fracaso escolar más altas de la Comunidad de Madrid debido, en parte, a la proximidad de un gran polígono industrial, que ha proporcionado a muchos chicos del municipio un dinero fácil y un despido fulminante en cuanto los beneficios de las empresas han empezado a decrecer.
Con la carta de despido, llega la hora del ¿y ahora qué hacemos con ellos? Miguel Soler, director general de Formación Profesional del Ministerio de Educación explica que, a falta del cierre de los datos oficiales, ya hay una percepción de que el porcentaje de abandono escolar, a pesar de ser aún muy alto, está empezando a descender. "Por dos motivos, porque los chicos que antes abandonaban el instituto para ponerse a trabajar ya no lo hacen y porque los que se quedaron en paro se han apuntado a la escuela de adultos o han vuelto al instituto".
Precisamente el pasado mes de noviembre, el Gobierno anunció, en colaboración con las comunidades autónomas, un plan para paliar el fracaso escolar. Con él se pretende que en 2012 ese porcentaje de jóvenes que no han pasado de la ESO quede reducido a la mitad. El plan prevé un aumento de unas 80.000 plazas en los llamados Programas de Cualificación Profesional Inicial, pensados para recuperar para el sistema educativo a los jóvenes que un día dejaronlos estudios.
El sindicato CCOO cree que cualquier plan tiene que ir acompañado de "una mayor relación entre el proceso formativo y el mercado de trabajo". "Hay que mejorar los procesos de inserción laboral y acompañarlos con itinerarios personalizados", afirman desde el sindicato.
Obligación social
Para César Coll, catedrático de Psicología Evolutiva y Educación de la Universitat de Barcelona, "es una obligación social reinsertar a estos chicos, hay que buscar fórmulas para que vuelvan a engancharse a los estudios".
Primer problema: la motivación. Lo sabe bien Carmen Jiménez, directora del Centro de Educación Para Adultos (CEPA) de Arganda, donde estudian más de 1.000 personas. El CEPA admite alumnos de 16 años que presenten un contrato de trabajo. "El problema con los alumnos más jóvenes es que muchos no se lo toman en serio, se piensan que todavía están en el instituto. Los chicos de 16 años todavía tienen que madurar", sostiene Jiménez. "Hasta que no tienen 20 ó 21 años no le ven las orejas al lobo", agrega.
Este argumento lo corroboran los alumnos. Magda García, de 20 años, trabaja los fines de semana como cajera. "Aquí mucha gente viene al pitorreo", dice. Ella se lo toma en serio porque ya sabe lo que es trabajar sin tener formación. "Hasta que no te pones a currar no ves lo que necesitas tener estudios, incluso lo echas de menos", añade.
A su lado escucha atentamente Manuel Marín, de 24 años, que en su día dejó el instituto "por la economía familiar". "Somos seis hermanos y no había manera de que el sueldo de mi padre llegase a todos. ¿Que si tengo ganas de sacarme el título? Claro, si no, no vendría".