AMALIA F. LÉRIDA
Pertenece a la Macarena, pero no termina de integrarse en la ciudad. La ubicación en sus inmediaciones de un comedor social, de un centro de salud en el que se dispensa metadona, de un edificio histórico abandonado y de las murallas de la ronda, atrae a indigentes, sin techo y heroinómanos.
Las peleas, palabrotas y agresiones entre unos y otros tampoco se quedan atrás. Sin ir más lejos el pasado martes la tensión del barrio aumentó con la muerte de un hombre asiduo a la plaza a manos, presuntamente, de Juan Luis G.G. conocido como «El Gavira» que llevaba un destornillador y, al parecer, hacía tres meses que acaba de salir de la cárcel.
El dirigente vecinal Ángel López Hueso, que clama en el desierto medidas para el barrio y la integración social de esas personas desde hace doce años, cuenta que la agresión se originó por mor de una porfía entre ambos que empezó enmedio de la plaza y acabó en una acera, a pocos metros, en la que «cayó José Lorenazo Vázquez Muñoz, de cuarenta y tantos años, parado desde hace dos, heroinómano y con residencia en Torreblanca en el piso de una hermana suya».
El fallecido era un hombre sociable y pacífico al que el propio López Hueso y los vecinos le llevaban comida y le daban conversación. Andaba siempre por la plaza con dos perritos que ayer estaban tristes y temblorosos en un banco echando de menos a su dueño.
«No hay arreglo»
«Esto no hay quien lo arregle -dice López Hueso- porque antes, al menos la Policía pasaba por aquí pero la quitaron y no viene nunca. Luego, y menos mal que el olor no sale en el periódico, solo tiene que mirar a su alrededor para ver cómo está todo de sucio, con estas personas aquí a las que nadie les da un trabajo ni una solución a sus vidas ¿o es que creen que dándoles comida, metadona y una cama en Marqués de Contadero ya está todo arreglado?».
López Hueso se queja de que desde hace un año espera que el Cecop social intensifique la limpieza de los contenedores en los que se echan residuos del comedor público y los pañales del geriátrico; desde junio, también aguarda que la Delegación de Asuntos Sociales les atienda; y, no sabe ya desde cuándo esperan a que el albergue municipal con nuevas plazas se inaugure. «Tenía 70 plazas -explica- hubo un incendio y quedaron 35 y ahora con la remodelación resultarán 140. Pero 140 a partir de las 70 originales, no a partir de 35 que es como nos quieren vender la moto para que conste que han hecho más plazas».
El presidente de la asociación de vecinos Pumarejo-San Luis reconoce que está desesperado que no sabe qué hacer, porque no tiene ni sede social para poner un fax, un correo o hacer un llamada, y que él tiene que poner el dinero de su bolsillo para todo y «acogerme a todas las ofertas de la telefonía móvil».
Chapuzas
En cuanto al Defensor del Pueblo, «a mí ya hasta me conoce cuando me ve por la calle y me llama de lo visto que nos ponemos en su despacho pidiendo ayuda»; y, sobre la posibilidad de emprender acciones judiciales, se pregunta: «¿Contra quién? ¿Con qué dinero?».
Para colmo de males y para una vez que «hacen algo en la plaza» urbanizan el centro en alto «en vez de a ras con lo que muchas personas se han caído porque el escaloncito no se ve» y «ponen unos bancos de granito de Badajoz con unas rajitas enmedio para evacuar».
«¿Para evacuar qué le pregunté yo al técnico? -sigue- «Para evacuar el agua», me dijo. Y ahí está el banco vacío, que no hay quien se siente».
Las peleas, palabrotas y agresiones entre unos y otros tampoco se quedan atrás. Sin ir más lejos el pasado martes la tensión del barrio aumentó con la muerte de un hombre asiduo a la plaza a manos, presuntamente, de Juan Luis G.G. conocido como «El Gavira» que llevaba un destornillador y, al parecer, hacía tres meses que acaba de salir de la cárcel.
El dirigente vecinal Ángel López Hueso, que clama en el desierto medidas para el barrio y la integración social de esas personas desde hace doce años, cuenta que la agresión se originó por mor de una porfía entre ambos que empezó enmedio de la plaza y acabó en una acera, a pocos metros, en la que «cayó José Lorenazo Vázquez Muñoz, de cuarenta y tantos años, parado desde hace dos, heroinómano y con residencia en Torreblanca en el piso de una hermana suya».
El fallecido era un hombre sociable y pacífico al que el propio López Hueso y los vecinos le llevaban comida y le daban conversación. Andaba siempre por la plaza con dos perritos que ayer estaban tristes y temblorosos en un banco echando de menos a su dueño.
«No hay arreglo»
«Esto no hay quien lo arregle -dice López Hueso- porque antes, al menos la Policía pasaba por aquí pero la quitaron y no viene nunca. Luego, y menos mal que el olor no sale en el periódico, solo tiene que mirar a su alrededor para ver cómo está todo de sucio, con estas personas aquí a las que nadie les da un trabajo ni una solución a sus vidas ¿o es que creen que dándoles comida, metadona y una cama en Marqués de Contadero ya está todo arreglado?».
López Hueso se queja de que desde hace un año espera que el Cecop social intensifique la limpieza de los contenedores en los que se echan residuos del comedor público y los pañales del geriátrico; desde junio, también aguarda que la Delegación de Asuntos Sociales les atienda; y, no sabe ya desde cuándo esperan a que el albergue municipal con nuevas plazas se inaugure. «Tenía 70 plazas -explica- hubo un incendio y quedaron 35 y ahora con la remodelación resultarán 140. Pero 140 a partir de las 70 originales, no a partir de 35 que es como nos quieren vender la moto para que conste que han hecho más plazas».
El presidente de la asociación de vecinos Pumarejo-San Luis reconoce que está desesperado que no sabe qué hacer, porque no tiene ni sede social para poner un fax, un correo o hacer un llamada, y que él tiene que poner el dinero de su bolsillo para todo y «acogerme a todas las ofertas de la telefonía móvil».
Chapuzas
En cuanto al Defensor del Pueblo, «a mí ya hasta me conoce cuando me ve por la calle y me llama de lo visto que nos ponemos en su despacho pidiendo ayuda»; y, sobre la posibilidad de emprender acciones judiciales, se pregunta: «¿Contra quién? ¿Con qué dinero?».
Para colmo de males y para una vez que «hacen algo en la plaza» urbanizan el centro en alto «en vez de a ras con lo que muchas personas se han caído porque el escaloncito no se ve» y «ponen unos bancos de granito de Badajoz con unas rajitas enmedio para evacuar».
«¿Para evacuar qué le pregunté yo al técnico? -sigue- «Para evacuar el agua», me dijo. Y ahí está el banco vacío, que no hay quien se siente».
1 Comentarios:
Desgraciadamente, vivimos en una sociedad que es cada vez más violenta. Sin embargo, no es justo asociar violencia con marginación social. Recuerdo que en los últimos años se han producido en Sevilla varios asesinatos terribles llevados a cabo por personas que, lejos de estar en situación de marginación, gozaban de un status socio-económico alto.
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