Dedicado a Valle
Personas analfabetas no conducen
por temor de "ir a la cárcel"
J. A. Navarro Arias
La mayoría sabe conducir perfectamente, pero ninguno tiene carné para poder hacerlo. Lo que pocos saben es leer ni escribir. Esta es la realidad que impera en Los Asperones, el núcleo urbano de chabolas habitado por personas de etnia gitana que se encuentra en el límite oeste de la capital malagueña. Las sanciones por conducir sin permiso de circulación se han endurecido. Por temor de "ir a la cárcel", precisamente, muchos chatarreros de Los Asperones tienen sus furgonetas aparcadas.
"El carné de conducir es el caramelo para que muchos analfabetos intenten aprender a leer y a escribir", explica Florencio Navarro, profesor del centro de adultos de Los Asperones. Sin embargo, desde este año, los talleres de educación vial ya no cuentan con subvención en estos centros. En Los Asperones continúan gracias a un vecino del barrio (por llamar a la zona de algún modo) que da clases de Tráfico por cuenta propia. "Yo les enseño a leer y él se encarga de prepararles para el examen del carné de conducir. No es fácil, porque les cuesta asimilar los conceptos y tienen poca paciencia", añade Navarro.
Francisco Campos, de 22 años y con dos hijos, es uno de los 15 alumnos que han llegado hasta el final del curso. La mayoría tienen el mismo perfil, jóvenes y padres de familia. "Necesito el carné para buscar trabajo, ahora estoy en el paro", asegura. La clase empezó llena en el mes de septiembre, pero algunos se han aburrido, se han casado o han encontrado algún trabajo, arguye el profesor de educación vial, de etnia gitana, que no revela su nombre.
Entre los alumnos también se encuentran adultos. El más veterano es Miguel Cortés Cortes, de 70 años. Este señor ha mantenido una familia de cuatro hijos vendiendo chatarra con una furgoneta. Desde hace unos meses no la coge por temor de que le pillen. Sus profesores aseguran que lleva más de una década en clase, pero aún no tiene una buena comprensión lectora. "Necesito el camión para poder comer, pero algunas preguntas no las entiendo. Deberían de hacernos algo más fácil", explica. Hasta el pasado año, existía una adaptación del examen teórico de conducir para personas analfabetas, pero ya han desaparecido. No obstante, la mayoría confía en aprobar. La principal traba para ellos, obviamente, es el examen teórico, el práctico debe ser sólo un trámite.
Entre los alumnos también hay algún extranjero que no sabe español. Es el caso de Hasna, una chica marroquí que ha aprendido el código de circulación en castellano junto a un grupo de gitanos analfabetos.
"El carné de conducir es el caramelo para que muchos analfabetos intenten aprender a leer y a escribir", explica Florencio Navarro, profesor del centro de adultos de Los Asperones. Sin embargo, desde este año, los talleres de educación vial ya no cuentan con subvención en estos centros. En Los Asperones continúan gracias a un vecino del barrio (por llamar a la zona de algún modo) que da clases de Tráfico por cuenta propia. "Yo les enseño a leer y él se encarga de prepararles para el examen del carné de conducir. No es fácil, porque les cuesta asimilar los conceptos y tienen poca paciencia", añade Navarro.
Francisco Campos, de 22 años y con dos hijos, es uno de los 15 alumnos que han llegado hasta el final del curso. La mayoría tienen el mismo perfil, jóvenes y padres de familia. "Necesito el carné para buscar trabajo, ahora estoy en el paro", asegura. La clase empezó llena en el mes de septiembre, pero algunos se han aburrido, se han casado o han encontrado algún trabajo, arguye el profesor de educación vial, de etnia gitana, que no revela su nombre.
Entre los alumnos también se encuentran adultos. El más veterano es Miguel Cortés Cortes, de 70 años. Este señor ha mantenido una familia de cuatro hijos vendiendo chatarra con una furgoneta. Desde hace unos meses no la coge por temor de que le pillen. Sus profesores aseguran que lleva más de una década en clase, pero aún no tiene una buena comprensión lectora. "Necesito el camión para poder comer, pero algunas preguntas no las entiendo. Deberían de hacernos algo más fácil", explica. Hasta el pasado año, existía una adaptación del examen teórico de conducir para personas analfabetas, pero ya han desaparecido. No obstante, la mayoría confía en aprobar. La principal traba para ellos, obviamente, es el examen teórico, el práctico debe ser sólo un trámite.
Entre los alumnos también hay algún extranjero que no sabe español. Es el caso de Hasna, una chica marroquí que ha aprendido el código de circulación en castellano junto a un grupo de gitanos analfabetos.
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