CORREO DE ANDALUCÍA (02/01/09)
Un informe alerta sobre
focos de marginación
Iñaki Alonso
La Gran Sevilla necesita de un plan integral para atender a las zonas con riesgo de exclusión social, y con urgencia. Un informe de la Universidad de Sevilla alerta del aumento de espacios marginales en la primera corona, que corren el riesgo de convertirse en guetos al crecer en ellos la concentración de inmigrantes.
Un análisis detallado del área metropolitana a cargo de la profesora de Geografía Humana Pilar Almoguera activa las alertas sobre la proliferación de espacios de marginalidad en la Gran Sevilla, que asocia, en parte, al aumento de la población inmigrante, que se está asentando en barrios de la primera corona metropolitana. Así, en su libro La ciudad cambia de escala: Sevilla metropolitana, esta experta apunta a zonas de Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra, San Juan de Aznalfarache, Camas y Utrera como focos donde proliferan los espacios marginales.
Almoguera asocia en su estudio que estos espacios de marginalidad se están agravando por la mayor presencia de “ciertas comunidades de inmigrantes”, cuya presencia en el área metropolitana de Sevilla ha aumentado muy rápido en los últimos años. Es más, el libro calcula que, desde el año 2000, la población inmigrante ha pasado de representar el 1,75% de la población a ser el 7%. Y todo ello sin contar a los extranjeros que no tienen los papeles en regla.
El aumento de estos “barrios de inmigrantes de naturaleza suburbial” en la primera corona tiende, a juicio de esta experta, a “intensificar la segmentación social” hasta el punto de correr el riesgo de que, en pocos años, “se conviertan en guetos”. De todos modos, Almoguera precisa en su estudio que estos cinturones suburbiales en torno a la ciudad son “algo habitual en otras aglomeraciones urbanas europeas”.
Dramático. Sin embargo, aunque sea algo usual de todas las grandes urbes, el estudio incide en que esta realidad adquiere “tintes dramáticos” en el área de Sevilla, debido a que “ya de por sí existen barrios de infravivienda y con profundos síntomas de exclusión”.
Ante esta tesitura, la única salida que aporta el estudio es que se ponga en marcha un plan integral de intervención y rehabilitación de esos espacios e incluso añade que tendría una mayor efectividad si esas actuaciones se ejecutan con una visión metropolitano. En este sentido, Almoguera insiste en que “la Junta tendría que actuar de manera global contra los barrios de infravivienda” de la Gran Sevilla y no limitarse a abordar caso por caso.
Pero el consejo de la investigadora no se limita a proponer el plan sobre las zonas con riesgo de exclusión social, sino a que se ejecute con la mayor brevedad posible, ya que “cuanto más se tarde en actuar más costoso será su tratamiento y rehabilitación”, hasta convertirse “en una misión imposible” si no se ataja a tiempo.
La exigencia de la investigadora al menos sí encuentra eco en la Administración provincial. La Diputación de Sevilla inició hace diez años un plan de zonas vulnerables para la provincia, con el que realizaba un trabajo de campo en los puntos con riesgo de exclusión social. El programa, que tuvo sus primeras experiencias en el poblado chabolista del Torreblanca, la barriada de La Pañoleta (Camas) y la zona norte de Sevilla, se ha extendido con el tiempo a 60 núcleos de 44 municipios, de los que más de la mitad pertenecen a la aglomeración urbana de Sevilla.
El análisis de Almoguera no sólo se ciñe al riesgo de la aparición de guetos, sino que detecta otras disfuncionalidades de la primera corona metropolitana. A ese respecto, alerta de la aparición de síntomas de congestión en los municipios cercanos a la capital, en especial por el tráfico rodado, lo que “además de limitar la accesibilidad genera un abandono o emigración de ciertas actividades hacia sectores más periféricos”. Además, denuncia en su estudio que hay equipamientos de naturaleza industrial “que se han quedado obsoletos”.
Pero el punto en el que más se detiene es en la evolución demográfica que se ha producido en la primera corona, donde vaticina un estancamiento demográfico. Así, expone casos, como los de Camas o San Juan de Aznalfarache, que sufren una pérdida progresiva de población desde 1991, aunque en el último censo publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística hayan roto con esa tendencia.
Un análisis detallado del área metropolitana a cargo de la profesora de Geografía Humana Pilar Almoguera activa las alertas sobre la proliferación de espacios de marginalidad en la Gran Sevilla, que asocia, en parte, al aumento de la población inmigrante, que se está asentando en barrios de la primera corona metropolitana. Así, en su libro La ciudad cambia de escala: Sevilla metropolitana, esta experta apunta a zonas de Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra, San Juan de Aznalfarache, Camas y Utrera como focos donde proliferan los espacios marginales.
Almoguera asocia en su estudio que estos espacios de marginalidad se están agravando por la mayor presencia de “ciertas comunidades de inmigrantes”, cuya presencia en el área metropolitana de Sevilla ha aumentado muy rápido en los últimos años. Es más, el libro calcula que, desde el año 2000, la población inmigrante ha pasado de representar el 1,75% de la población a ser el 7%. Y todo ello sin contar a los extranjeros que no tienen los papeles en regla.
El aumento de estos “barrios de inmigrantes de naturaleza suburbial” en la primera corona tiende, a juicio de esta experta, a “intensificar la segmentación social” hasta el punto de correr el riesgo de que, en pocos años, “se conviertan en guetos”. De todos modos, Almoguera precisa en su estudio que estos cinturones suburbiales en torno a la ciudad son “algo habitual en otras aglomeraciones urbanas europeas”.
Dramático. Sin embargo, aunque sea algo usual de todas las grandes urbes, el estudio incide en que esta realidad adquiere “tintes dramáticos” en el área de Sevilla, debido a que “ya de por sí existen barrios de infravivienda y con profundos síntomas de exclusión”.
Ante esta tesitura, la única salida que aporta el estudio es que se ponga en marcha un plan integral de intervención y rehabilitación de esos espacios e incluso añade que tendría una mayor efectividad si esas actuaciones se ejecutan con una visión metropolitano. En este sentido, Almoguera insiste en que “la Junta tendría que actuar de manera global contra los barrios de infravivienda” de la Gran Sevilla y no limitarse a abordar caso por caso.
Pero el consejo de la investigadora no se limita a proponer el plan sobre las zonas con riesgo de exclusión social, sino a que se ejecute con la mayor brevedad posible, ya que “cuanto más se tarde en actuar más costoso será su tratamiento y rehabilitación”, hasta convertirse “en una misión imposible” si no se ataja a tiempo.
La exigencia de la investigadora al menos sí encuentra eco en la Administración provincial. La Diputación de Sevilla inició hace diez años un plan de zonas vulnerables para la provincia, con el que realizaba un trabajo de campo en los puntos con riesgo de exclusión social. El programa, que tuvo sus primeras experiencias en el poblado chabolista del Torreblanca, la barriada de La Pañoleta (Camas) y la zona norte de Sevilla, se ha extendido con el tiempo a 60 núcleos de 44 municipios, de los que más de la mitad pertenecen a la aglomeración urbana de Sevilla.
El análisis de Almoguera no sólo se ciñe al riesgo de la aparición de guetos, sino que detecta otras disfuncionalidades de la primera corona metropolitana. A ese respecto, alerta de la aparición de síntomas de congestión en los municipios cercanos a la capital, en especial por el tráfico rodado, lo que “además de limitar la accesibilidad genera un abandono o emigración de ciertas actividades hacia sectores más periféricos”. Además, denuncia en su estudio que hay equipamientos de naturaleza industrial “que se han quedado obsoletos”.
Pero el punto en el que más se detiene es en la evolución demográfica que se ha producido en la primera corona, donde vaticina un estancamiento demográfico. Así, expone casos, como los de Camas o San Juan de Aznalfarache, que sufren una pérdida progresiva de población desde 1991, aunque en el último censo publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística hayan roto con esa tendencia.
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