La demanda de las bolsas de caridad aumenta un 30% con la crisis. El perfil del usuario ha cambiado: de ancianos con pensión exigua a familias jóvenes con hijos. No cuentan con ayudas públicas, salvo excepciones.
Hermandades de Triana
Sostienen el economato de Pagés del Corro (Hermanas de la Caridad), el más antiguo de Sevilla. Abre dos días a la semana y atiende unas 400 familias al mes. Los usuarios disponen de un carnet, expedido tras estudiar su caso particular, que supone un 75% de descuento del precio del producto.
Hermandades del Casco Antiguo
Su Fundación Benéfico-Asistencial ayuda a unas 400 familias al mes.
Hermandad del Gran Poder
Más de 100 expedientes tramitados este año.
Hdad. de la Esperanza Macarena - Hdad. de los Dolores (Torreblanca)
Destinan un 10% de sus ingresos a la caridad.
ABC (20/09/09) - FERNANDO CARRASCO
La crisis se está cebando con todos. Incluso con aquellos que ayudan a los demás. Porque muchas de las instituciones que se dedican a echar una mano a quienes lo están pasando mal, sufren también estas consecuencias en forma de una demanda que desborda, en la mayoría de las ocasiones, sus presupuestos.
Y esto está ocurriendo también con las Hermandades y Cofradías, que realizan una ingente labor en pro de los más necesitados —ayuda económica, asistencial, de búsqueda de empleo...— a través de las tradicionales y nunca bien ponderadas bolsas de caridad o asistenciales, que desde tiempo inmemorial han paliado una serie de problemas de aquellos que se encuentran en una situación más desfavorecida.
Pero la crisis también la están comprobando estas bolsas de caridad, que ven cómo hermanos, feligreses y gente que no tiene nada que ver con la hermandad pero que está desasistida de todo, acude a sus sedes demandando ayuda de cualquier clase.
Los números cantan. La demanda ha crecido, desde que fue una realidad la crisis, en torno a un 30% de media en la mayoría de las bolsas de caridad de las hermandades, que intentan dar asistencia a todos los casos que se presentan.
Nueva pobreza
Porque, a qué dudarlo, las llamadas a las puertas de esta ayuda —que no cuentan, salvo casos excepcionales, con subvenciones municipales, autonómicas o estatales— ha cambiado en estos tiempos de crisis. No hace mucho, como han referido las corporaciones consultadas por ABC de Sevilla, acudían a las hermandades personales marginales, indigentes e inmigrantes, cuya principal demanda era, sobre todo, poder comer o paliar alguna necesidad perentoria. Ahora todo es diferente.
Desgraciadamente, es normal ver por las casas de hermandad a hermanos y feligreses que no hace mucho vivían holgadamente y, en cambio, en estos momentos no tienen con qué pagar alquileres, letras de la hipoteca, recibos de la luz, agua... una nueva pobreza que se está extendiendo y que incluso lleva a muchos de ellos, en apariencia personas que no aparentan penuria alguna, a pedir carnés o vales para acudir a los economatos de las hermandades o a los comedores sociales. Y no hay una edad media. Todo lo contrario. De los ancianos casi sin pensión se ha pasado a jóvenes entre 20 y 30 años, casados y con hijos, que no pueden hacer frente a esta situación.
Desbordados
Una de las bolsas asistenciales más importantes que hay en las hermandades es la de la Hermandad de la Esperanza Macarena. El diputado de asistencia social es José González, quien se muestra claro al hablar de esta nueva pobreza. «Nuestras reglas establecen que debemos atender, por este orden, a los hermanos, feligreses y a instituciones», algo que se esfuerzan en llevar a cabo dentro de la gran demanda que tienen. Con un presupuesto del 10% —unos 140.000 euros anuales— del total del de la hermandad, la labor no es fácil.
Según José González, «la mayor dificultad radica en dar salida día a día, porque se presentan casos acuciantes e imprevistos. El aumento, con respecto al año pasado, de demanda de ayuda está entre el 30 y el 35%. Las necesidades son más. Y hablamos de necesidades acuciantes: hipoteca, luz, agua, vales para comida en los economatos...».
Esto hace que las ayudas para instituciones estén más restringidas. «El presupuesto es el que tenemos y a la Macarena acuden, por ejemplo, toda clase de ONG´s e instituciones. Y también los que intentan aprovecharse, como en los vales de comida. Menos mal que tenemos un equipo que estudia rigurosamente cada uno de los expedientes».
Más o menos de la misma opinión es Conchita Tey, diputada de caridad de la Hermandad de la Esperanza de Triana. «Se está notando mucho la crisis a la hora de atender a quienes llegan solicitando ayuda a la bolsa asistencial. Nosotros intentamos solventar todos los problemas, dentro de las posibilidades de la hermandad, pero no es nada fácil», a la par que señala que, al final, «siempre nos pasamos del presupuesto».
Los casos son como los anteriores. «Personas con niños pequeños que no pueden llegar a final de mes; hermanos con problemas para hacer frente a la hipoteca, el alquiler de la vivienda, los distintos recibos... pero ahora ha aumentado mucho la demanda del carnet para el economato de Pagés del Corro. Estamos hablando de hermanos y feligreses, en apariencia sin problemas económicos pero que no tienen dinero para hacer frente a la compra de los alimentos más básicos».
Presupuesto doblado
Y de las hermandades con una bolsa de caridad muy importante, a una corporación que se faja diariamente en un barrio como el de Torreblanca, con una realidad muy distinta. Manuel Rocha Cayón, hermano mayor de la Hermandad de los Dolores, refiere que «desde que se fundó la hermandad tuvimos muy claro que la labor social y asistencial tenía que ser parte fundamental. Nosotros destinamos el 10% de los ingresos para la caridad y la asistencia. En estos tres últimos años, aparte de lo que destinamos al párroco para la cuestión de Cáritas, sacamos una partida para ayudar, en las visitas domiciliarias, a ancianos, enfermos y gente con problemas del barrio».
Los voluntarios acuden a las casas y «les exponen sus problemas, que son tanto económicos como de salud, de soledad... nosotros intentamos solventar estas deficiencias no sólo ayudando a pagar recibos de luz, de alquileres o de hipotecas, sino también poniendo en contacto a estas personas con entidades bancarias, con instituciones y organismos que puedan servir para paliar su situación».
No sólo se trata de pagar recibos. Manuel Rocha explica que «también solemos proporcionarles a los hermanos colchones, sillas de ruedas, sillas para poder ir al cuarto de baño... son aspectos que nos han obligado a duplicar los fondos de los que disponemos en cada ejercicio por adelantado».
Una nueva realidad que está tomando auge y que tiene a las Hermandades y Cofradías como referente. Una situación que todos coinciden puede ir a más porque la crisis está haciendo germinar una nueva pobreza.
«Hay casos de gente que lo tenía todo y ahora nada»
Luis García García - Economato de las Hijas de la Caridad
Es el pionero de los economatos sociales de Sevilla. Gestionado por las Hijas de la Caridad, tiene la ayuda inestimable de las Hermandades y Cofradías de Triana, Conjuntamente con el comedor social, el economato —abre dos días a la semana—, en el que pueden encontrarse todo tipo de productos alimenticios y de limpieza, atiende mensualmente entre 350 y 400 familias.
Luis García García es uno de los responsables del mismo. Recuerda que las hermandades aportan el 75% del precio del producto y el usuario el 25%. «Se trata de mantener la dignidad de las personas y evitar que la gente que no está acostumbrada a esa nueva realidad social tenga que pedir. Evitamos lo que se llama la “caridad vergonzante”. Ésta nos parece una caridad más digna. También posibilitamos que las familias no tengan que acudir al comedor social con sus hijos».
El perfil del usurario ha cambiado. «Ahora, además de ancianos con una pensión muy baja, acuden familias de clase media venidas a menos por las circunstancias económicas», abunda Luis García, quien no duda en señalar que lo que más le sobrecoge son «las parejas jóvenes en busca de pañales para los niños. Se me cae el alma cuando los veo».
Cada usuario tiene un carnet, expedido por las hermandades, que generalmente tiene una validez de tres meses con un dinero fijo, dependiendo de las necesidades y su situación. El voluntariado está conformado por feligreses comprometidos todos los días y por voluntarios de las hermandades para todo tipo de labores propias de un supermercado.
«Se trata de prestar una ayuda coherente a familias que han cambiado de situación social y que se encuentran realmente desasistidas. Hay casos verdaderamente desoladores de gente que tenía todo y de todo y ahora no tienen prácticamente nada», añade Luis García.
«Los expedientes han aumentado un 30% este año»
Antonio Macías - Diputado de Caridad del Gran Poder
Sin lugar a dudas, una de las bolsas de caridad por excelencia es la de la Hermandad del Gran Poder, que funciona desde 1953. Antonio Macías es el responsable de la misma y no duda en señalar que, con respecto a hace dos años, «el número de expedientes que tenemos encima de la mesa ha aumentado en un 30%», de tal manera que en lo que llevamos de año, concretamente hasta el mes de julio, llevamos tramitados 108 expedientes, con lo que piensa que hasta final de 2009 «habremos estudiado entre 150 y 160 expedientes».
Una cifra que tiene otra lectura. Las demandas que han tenido tradicionalmente eran de inmigrantes y personas marginadas laboral y socialmente. Empero, «ahora recibimos muchas peticiones de familias cuyos padres tenían trabajos y los han perdido. Vivían al día y ahora no pueden hacer frente al pago de recibos de la hipoteca, recibos de teléfono, agua, luz... está cambiando el perfil del peticionario y nos encontramos con personas, familias, que no te imaginas que puedan llegar a esa situación».
La bolsa de caridad del Gran Poder se nutre de los donativos de los devotos. Con ellos se pagan los expedientes y «vamos tirando cada año, pero ahora esa demanda ha aumentado —refiere Antonio Macías—, por lo que el esfuerzo es mayor. Hay que tener en cuenta que incluso los servicios sociales municipales nos envían a personas que necesitan ayuda», algo que está ocurriendo con demasiada frecuencia en muchas corporaciones.
«Cada vez son más los jóvenes que acuden a nosotros»
Manuel Vaquero - Economato de la Fundación Casco Antiguo
Surgió en 2001 y la actividad ha ido «in crescendo» en todo este tiempo. De 11 hermandades fundadoras se ha pasado ahora a 30 y en puertas hay dos más para colaborar con un economato promovido por la Fundación Benéfico-Asistencial de las Hermandades del Casco Antiguo.
Manuel Vaquero Marchante es el gerente del economato. «Atendemos a una media de 390 familias al mes y a 12 conventos, muchos de ellos de clausura. Nosotros le llamamos “la tienda del amor” porque se ofrece, sobre todo, una dignidad a las nuevas pobrezas vergonzantes: gente que vivía bien, pero al día, y que ahora se encuentran con una problema de primera magnitud».
En el supermercado, sito en la calle Peral, 34, se encuentran toda clase de productos de primera necesidad alimenticios, así como de limpieza. «Todo son primeras marcas —refiere Manuel Vaquero—, que pueden adquirir pagando sólo el 25% del precio de venta». El 75% restante lo sufragan las hermandades que forman parte de la fundación. Éstas conceden un carnet a las personas después de estudiar su situación. «Cada diputación de caridad hace sus estudios y evaluaciones. El carnet suele ser por tres meses o cuatro y cuando expira, se vuelve a estudiar el caso y se renueva o no».
La crisis ha hecho, como en otros casos, que el perfil del usuario haya cambiado. «Son muchos los matrimonios jóvenes que solicitan esta ayuda. Cada vez más, en torno a los veintitantos años y que no tienen realmente posibilidades económicas para desenvolverse», comenta Manuel Vaquero, quien señala, asimismo, que «lejos de disminuir esta situación en muchas familias, va en aumento. Gente con posibilidades no hace mucho y que ahora no pueden hacer frente a su nueva y dura situación económica. Son muchos casos que te dejan perplejo de gente que creías estaba acomodada y de repente se ve así».
Es por ello que el economato se está quedando pequeño. «Con la demanda que tenemos, tendríamos que duplicar la superficie disponible».
Hermandades de Triana
Sostienen el economato de Pagés del Corro (Hermanas de la Caridad), el más antiguo de Sevilla. Abre dos días a la semana y atiende unas 400 familias al mes. Los usuarios disponen de un carnet, expedido tras estudiar su caso particular, que supone un 75% de descuento del precio del producto.
Hermandades del Casco Antiguo
Su Fundación Benéfico-Asistencial ayuda a unas 400 familias al mes.
Hermandad del Gran Poder
Más de 100 expedientes tramitados este año.
Hdad. de la Esperanza Macarena - Hdad. de los Dolores (Torreblanca)
Destinan un 10% de sus ingresos a la caridad.
ABC (20/09/09) - FERNANDO CARRASCO
La crisis se está cebando con todos. Incluso con aquellos que ayudan a los demás. Porque muchas de las instituciones que se dedican a echar una mano a quienes lo están pasando mal, sufren también estas consecuencias en forma de una demanda que desborda, en la mayoría de las ocasiones, sus presupuestos.
Y esto está ocurriendo también con las Hermandades y Cofradías, que realizan una ingente labor en pro de los más necesitados —ayuda económica, asistencial, de búsqueda de empleo...— a través de las tradicionales y nunca bien ponderadas bolsas de caridad o asistenciales, que desde tiempo inmemorial han paliado una serie de problemas de aquellos que se encuentran en una situación más desfavorecida.
Pero la crisis también la están comprobando estas bolsas de caridad, que ven cómo hermanos, feligreses y gente que no tiene nada que ver con la hermandad pero que está desasistida de todo, acude a sus sedes demandando ayuda de cualquier clase.
Los números cantan. La demanda ha crecido, desde que fue una realidad la crisis, en torno a un 30% de media en la mayoría de las bolsas de caridad de las hermandades, que intentan dar asistencia a todos los casos que se presentan.
Nueva pobreza
Porque, a qué dudarlo, las llamadas a las puertas de esta ayuda —que no cuentan, salvo casos excepcionales, con subvenciones municipales, autonómicas o estatales— ha cambiado en estos tiempos de crisis. No hace mucho, como han referido las corporaciones consultadas por ABC de Sevilla, acudían a las hermandades personales marginales, indigentes e inmigrantes, cuya principal demanda era, sobre todo, poder comer o paliar alguna necesidad perentoria. Ahora todo es diferente.
Desgraciadamente, es normal ver por las casas de hermandad a hermanos y feligreses que no hace mucho vivían holgadamente y, en cambio, en estos momentos no tienen con qué pagar alquileres, letras de la hipoteca, recibos de la luz, agua... una nueva pobreza que se está extendiendo y que incluso lleva a muchos de ellos, en apariencia personas que no aparentan penuria alguna, a pedir carnés o vales para acudir a los economatos de las hermandades o a los comedores sociales. Y no hay una edad media. Todo lo contrario. De los ancianos casi sin pensión se ha pasado a jóvenes entre 20 y 30 años, casados y con hijos, que no pueden hacer frente a esta situación.
Desbordados
Una de las bolsas asistenciales más importantes que hay en las hermandades es la de la Hermandad de la Esperanza Macarena. El diputado de asistencia social es José González, quien se muestra claro al hablar de esta nueva pobreza. «Nuestras reglas establecen que debemos atender, por este orden, a los hermanos, feligreses y a instituciones», algo que se esfuerzan en llevar a cabo dentro de la gran demanda que tienen. Con un presupuesto del 10% —unos 140.000 euros anuales— del total del de la hermandad, la labor no es fácil.
Según José González, «la mayor dificultad radica en dar salida día a día, porque se presentan casos acuciantes e imprevistos. El aumento, con respecto al año pasado, de demanda de ayuda está entre el 30 y el 35%. Las necesidades son más. Y hablamos de necesidades acuciantes: hipoteca, luz, agua, vales para comida en los economatos...».
Esto hace que las ayudas para instituciones estén más restringidas. «El presupuesto es el que tenemos y a la Macarena acuden, por ejemplo, toda clase de ONG´s e instituciones. Y también los que intentan aprovecharse, como en los vales de comida. Menos mal que tenemos un equipo que estudia rigurosamente cada uno de los expedientes».
Más o menos de la misma opinión es Conchita Tey, diputada de caridad de la Hermandad de la Esperanza de Triana. «Se está notando mucho la crisis a la hora de atender a quienes llegan solicitando ayuda a la bolsa asistencial. Nosotros intentamos solventar todos los problemas, dentro de las posibilidades de la hermandad, pero no es nada fácil», a la par que señala que, al final, «siempre nos pasamos del presupuesto».
Los casos son como los anteriores. «Personas con niños pequeños que no pueden llegar a final de mes; hermanos con problemas para hacer frente a la hipoteca, el alquiler de la vivienda, los distintos recibos... pero ahora ha aumentado mucho la demanda del carnet para el economato de Pagés del Corro. Estamos hablando de hermanos y feligreses, en apariencia sin problemas económicos pero que no tienen dinero para hacer frente a la compra de los alimentos más básicos».
Presupuesto doblado
Y de las hermandades con una bolsa de caridad muy importante, a una corporación que se faja diariamente en un barrio como el de Torreblanca, con una realidad muy distinta. Manuel Rocha Cayón, hermano mayor de la Hermandad de los Dolores, refiere que «desde que se fundó la hermandad tuvimos muy claro que la labor social y asistencial tenía que ser parte fundamental. Nosotros destinamos el 10% de los ingresos para la caridad y la asistencia. En estos tres últimos años, aparte de lo que destinamos al párroco para la cuestión de Cáritas, sacamos una partida para ayudar, en las visitas domiciliarias, a ancianos, enfermos y gente con problemas del barrio».
Los voluntarios acuden a las casas y «les exponen sus problemas, que son tanto económicos como de salud, de soledad... nosotros intentamos solventar estas deficiencias no sólo ayudando a pagar recibos de luz, de alquileres o de hipotecas, sino también poniendo en contacto a estas personas con entidades bancarias, con instituciones y organismos que puedan servir para paliar su situación».
No sólo se trata de pagar recibos. Manuel Rocha explica que «también solemos proporcionarles a los hermanos colchones, sillas de ruedas, sillas para poder ir al cuarto de baño... son aspectos que nos han obligado a duplicar los fondos de los que disponemos en cada ejercicio por adelantado».
Una nueva realidad que está tomando auge y que tiene a las Hermandades y Cofradías como referente. Una situación que todos coinciden puede ir a más porque la crisis está haciendo germinar una nueva pobreza.
«Hay casos de gente que lo tenía todo y ahora nada»
Luis García García - Economato de las Hijas de la Caridad
Es el pionero de los economatos sociales de Sevilla. Gestionado por las Hijas de la Caridad, tiene la ayuda inestimable de las Hermandades y Cofradías de Triana, Conjuntamente con el comedor social, el economato —abre dos días a la semana—, en el que pueden encontrarse todo tipo de productos alimenticios y de limpieza, atiende mensualmente entre 350 y 400 familias.
Luis García García es uno de los responsables del mismo. Recuerda que las hermandades aportan el 75% del precio del producto y el usuario el 25%. «Se trata de mantener la dignidad de las personas y evitar que la gente que no está acostumbrada a esa nueva realidad social tenga que pedir. Evitamos lo que se llama la “caridad vergonzante”. Ésta nos parece una caridad más digna. También posibilitamos que las familias no tengan que acudir al comedor social con sus hijos».
El perfil del usurario ha cambiado. «Ahora, además de ancianos con una pensión muy baja, acuden familias de clase media venidas a menos por las circunstancias económicas», abunda Luis García, quien no duda en señalar que lo que más le sobrecoge son «las parejas jóvenes en busca de pañales para los niños. Se me cae el alma cuando los veo».
Cada usuario tiene un carnet, expedido por las hermandades, que generalmente tiene una validez de tres meses con un dinero fijo, dependiendo de las necesidades y su situación. El voluntariado está conformado por feligreses comprometidos todos los días y por voluntarios de las hermandades para todo tipo de labores propias de un supermercado.
«Se trata de prestar una ayuda coherente a familias que han cambiado de situación social y que se encuentran realmente desasistidas. Hay casos verdaderamente desoladores de gente que tenía todo y de todo y ahora no tienen prácticamente nada», añade Luis García.
«Los expedientes han aumentado un 30% este año»
Antonio Macías - Diputado de Caridad del Gran Poder
Sin lugar a dudas, una de las bolsas de caridad por excelencia es la de la Hermandad del Gran Poder, que funciona desde 1953. Antonio Macías es el responsable de la misma y no duda en señalar que, con respecto a hace dos años, «el número de expedientes que tenemos encima de la mesa ha aumentado en un 30%», de tal manera que en lo que llevamos de año, concretamente hasta el mes de julio, llevamos tramitados 108 expedientes, con lo que piensa que hasta final de 2009 «habremos estudiado entre 150 y 160 expedientes».
Una cifra que tiene otra lectura. Las demandas que han tenido tradicionalmente eran de inmigrantes y personas marginadas laboral y socialmente. Empero, «ahora recibimos muchas peticiones de familias cuyos padres tenían trabajos y los han perdido. Vivían al día y ahora no pueden hacer frente al pago de recibos de la hipoteca, recibos de teléfono, agua, luz... está cambiando el perfil del peticionario y nos encontramos con personas, familias, que no te imaginas que puedan llegar a esa situación».
La bolsa de caridad del Gran Poder se nutre de los donativos de los devotos. Con ellos se pagan los expedientes y «vamos tirando cada año, pero ahora esa demanda ha aumentado —refiere Antonio Macías—, por lo que el esfuerzo es mayor. Hay que tener en cuenta que incluso los servicios sociales municipales nos envían a personas que necesitan ayuda», algo que está ocurriendo con demasiada frecuencia en muchas corporaciones.
«Cada vez son más los jóvenes que acuden a nosotros»
Manuel Vaquero - Economato de la Fundación Casco Antiguo
Surgió en 2001 y la actividad ha ido «in crescendo» en todo este tiempo. De 11 hermandades fundadoras se ha pasado ahora a 30 y en puertas hay dos más para colaborar con un economato promovido por la Fundación Benéfico-Asistencial de las Hermandades del Casco Antiguo.
Manuel Vaquero Marchante es el gerente del economato. «Atendemos a una media de 390 familias al mes y a 12 conventos, muchos de ellos de clausura. Nosotros le llamamos “la tienda del amor” porque se ofrece, sobre todo, una dignidad a las nuevas pobrezas vergonzantes: gente que vivía bien, pero al día, y que ahora se encuentran con una problema de primera magnitud».
En el supermercado, sito en la calle Peral, 34, se encuentran toda clase de productos de primera necesidad alimenticios, así como de limpieza. «Todo son primeras marcas —refiere Manuel Vaquero—, que pueden adquirir pagando sólo el 25% del precio de venta». El 75% restante lo sufragan las hermandades que forman parte de la fundación. Éstas conceden un carnet a las personas después de estudiar su situación. «Cada diputación de caridad hace sus estudios y evaluaciones. El carnet suele ser por tres meses o cuatro y cuando expira, se vuelve a estudiar el caso y se renueva o no».
La crisis ha hecho, como en otros casos, que el perfil del usuario haya cambiado. «Son muchos los matrimonios jóvenes que solicitan esta ayuda. Cada vez más, en torno a los veintitantos años y que no tienen realmente posibilidades económicas para desenvolverse», comenta Manuel Vaquero, quien señala, asimismo, que «lejos de disminuir esta situación en muchas familias, va en aumento. Gente con posibilidades no hace mucho y que ahora no pueden hacer frente a su nueva y dura situación económica. Son muchos casos que te dejan perplejo de gente que creías estaba acomodada y de repente se ve así».
Es por ello que el economato se está quedando pequeño. «Con la demanda que tenemos, tendríamos que duplicar la superficie disponible».