La Pirámide de Maslow, esquema de las necesidades humanas, se ha convertido en un célebre tópico de la enseñanza superior.
Persiste la creencia, aún muy generalizada, de que las PSH no aprovechan los recursos básicos a su disposición, y que malgastan un tiempo que podrían invertir en su promoción profesional. Desgraciadamente, se olvida que se encuentran en los primeros peldaños de la escalera de la supervivencia.
Este artículo resume y adapta el informe “La satisfacción de las necesidades básicas de las PSH en Huelva”, obra del trabajador social Daniel Rengel. Texto inusualmente conciso que, huyendo de corsés académicos/administrativos, presenta la realidad extraída directamente de la experiencia en la calle. Muy recomendable para desarmar prejuicios y despertar conciencias.
1. Alimentación
Los comedores sociales llevan asociados una serie de impedimentos:
- Sólo están disponibles una hora al día (12 a 13 h.). Muchos deciden “buscarse la vida” y no desperdiciar un momento en que la ciudad está en pleno apogeo.
- Garantizan solamente una comida diaria, algo notablemente insuficiente para personas en constante búsqueda del sustento. Por otra parte, los alimentos contienen grandes aportes de hidratos de carbono, hierro y grasas, por lo que, en principio, no son válidos para diabéticos ni enfermos que tengan una dieta específica.
- Muchos los rechazan porque creen que se añaden sustancias que provocan somnolencia.
2. Alojamiento
De todos es sabido el derecho consustancial que tiene la persona a una vivienda digna y la imposibilidad de los poderes públicos de garantizarla. Ello se ve agudizado en el caso de las PSH, ya que la única respuesta que ofrece la Administración Pública es la habilitación de albergues que nunca están dotados de plazas suficientes ni permiten estancias superiores a unos cuantos días. ¿Por qué ocurre esto?
La idea de fondo que justifica la existencia de los albergues ha quedado obsoleta y ya no se ajustan a una nueva realidad, que difiere en gran medida de la que les dotó de sentido. Es decir, ya no se habla de transeúntes ni de personas que van itinerantes por los albergues de las ciudades y pueblos en busca de ayuda y trabajo, ahora se habla de PSH y como éstas conforman una de las caras de la exclusión social. En este modelo antiguo de considerar a la persona como un ser que transita de un lugar a otro, era necesario tener un centro de acogida en el que se le permitiera permanecer tres días seguidos al mes y, de esta forma, podía buscar trabajo en ese tiempo. En el caso de no conseguir empleo, podía ir a otro lugar y alojarse en el albergue por otros tres días, y así sucesivamente. Desde este modelo está claro que se favorece la cronificación de la situación personal y el desarraigo.
A pesar de todo ello, el albergue no es muy usado por las PSH, ya que su uso está condicionado al cumplimiento de una serie de criterios, normas y horarios que en la mayoría de los casos son incompatibles con el de aquellas personas que se están “buscando la vida”. Así, la hora de admisión es, previa cola de duración indeterminada, las 6 de la tarde.
3. Higiene personal
Algunos centros ofrecen un servicio de ducha y ropero dos veces en semana. En horario de mañana (9 a 12 h.), hay que presentarse con suficiente antelación para apuntarse en una lista de demandantes, puesto que las plazas son limitadas.
El documento íntegro se puede consultar aquí.
2 Comentarios:
Gracias de nuevo Antonio. Un artículo muy interesante pero, desgraciadamente, nada alentador.
Realmente interesante...ojalá dispusieramos de un estudio tan completo de nuestra ciudad, porque pienso que sólo a través de un conocimiento completo y exhaustivo de la realidad puede hacerse una denuncia responsable..gracias antonio..
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