Desfogue playero calé
José Gómez Palas
La pregunta brota espontánea: ¿todos saben nadar?. “Bueno, hay de todo. Ten en cuenta que están acostumbrados a ir bañarse a los ríos”. Para algunos será su primera visión del mar, como para el pequeño, reliado en una manta, al que su madre da de amamantar mientras aguardan la llegada del autobús que les llevará de excursión. Pero para la gran mayoría no se trata de una experiencia novedosa. “El Gorge nos ha llevado más veces. Él lo paga todo”.
Para las familias gitanas residentes en la calle Manises, en San Juan de Aznalfarache, el de ayer era un día de “fiesta”. Jorge Morillo, el célebre educador de calle salido del cartel de Cristo vive, se los lleva de excursión a la playa. “Hoy que trabajen los romanos, que tienen el pecho de lata”, dice Antonio Campos, un “gitano puro” que aprendió el oficio de canastero de sus padres y que lamenta la proliferación del “plástico” en esta manufactura. Él ha sido el primero en echarse abajo de la cama a las 6.30 horas de esta fresca mañana sanjuanera para “llamar a toda esta gente a voces”.
Neveras, sillitas plegables, carritos de niños y macutos con toallas son el equipaje más repetido entre los excursionistas, casi todos parientes de una misma familia, cuyo patriarca, Manuel, y matriarca, Rosa, han declinado sumarse a la fiesta porque “están de luto”, advierte el educador.
De las sombrillas y, sobre todo, de las viandas playeras no se tienen por qué preocupar. El menú del día lo ha preparado ya Jorge: dulces, galletas y batidos para el desayuno; bocatas de tortilla de patatas y carne mechá para el almuerzo; y de jamón york y queso para la merienda. Todo ello endulzado con flanes y yogures, donados por el banco de Alimentos, y por algunas chucherías para los más pequeños.
El autobús de la agencia Ansartravel recoge a los viajeros en la barriada El Monumento, en San Juan Alto. Se imponen las tirantas y las playeras, una sencillez en la vestimenta que contrasta con los anillos cuadrados, los pendientes largos, las pulseras y los cordones de oro, algunos con la efigie de Camarón, que luce la mayoría de la expedición, casi todos procedentes del núcleo chabolista de los Bermejales que el Ayuntamiento de Sevilla disolvió a golpe de talonario, explica Jorge Morillo.
El destino, la playa gaditana de la Victoria. “Para ellos la playa supone un desfogue total. Ten en cuenta que durante el resto del año no van más a la playa. En realidad, este día para muchos de ellos son sus vacaciones”. Unas intensas vacaciones de apenas 12 horas que les incluye una parada en la venta del cruce de Las Cabezas para desayunar; una probable visita al estadio Ramón de Carranza; una recepción en el Ayuntamiento de Cádiz; una visita panorámica de la Tacita desde un autobús turístico; y, por último, medio día en pensión completa en la arena de playa de la Victoria.
Pero a la hora de partir se suscita la discusión. Jorge Morillo se niega a montar en el autobús a tres menores de edad que no estaban incluidos en el listado inicial. “Si no viene una persona mayor a su cargo que se haga responsable de ellos no los puedo meter. Comprended que este es una tema delicado ya que si se ahogan o pasa algo, es a mí a quien meten en la cárcel”. Pero las tajantes palabras del educador no paracen surtir el efecto deseado. “¿Esto lo has puesto tú ahora nuevo, no?”, insisten los expedicionarios. “Entonces, qué pasa, ¿que me he levantado a las 7 pa ná?”, se revela José, un joven de 17 años que quiere llevar a toda costa a su novia Yaiza, de 16. “Estoy casado con ella y respondo por ella”, dice en un último intento de convencer a Jorge.
El conflicto se resuelve con una solución diplomática. Yaiza va a despertar a su abuela que “estaba acostada y trae una farmacia entera de pastillas” para que ejerza de tutora. “Venga señora, que nos vamos a la playa”. “¿A la playa? Yo voy camino del cementerio”, dice mientras sube con esfuerzo los escalones del autobús.
Life is life (lala la lala). La canción del grupo alemán Opus suena en el hilo musical del autobús. Los voluntarios que acompañan a Morillo en esta aventura patrocinada por la Obra Social Cajasol dan las últimas instrucciones: “Calladitos y sentaditos, ¡eh! Procurad no tirar nada al suelo. Los papeles, a la papelera”.
El jueves, la excursión será a Chipiona con la gente de las Tres Mil; el martes a Málaga con familias de El Vacie; y el jueves posterior al Rocío y a Matalascañas. “¡Que nos vamooss!...”.
Para las familias gitanas residentes en la calle Manises, en San Juan de Aznalfarache, el de ayer era un día de “fiesta”. Jorge Morillo, el célebre educador de calle salido del cartel de Cristo vive, se los lleva de excursión a la playa. “Hoy que trabajen los romanos, que tienen el pecho de lata”, dice Antonio Campos, un “gitano puro” que aprendió el oficio de canastero de sus padres y que lamenta la proliferación del “plástico” en esta manufactura. Él ha sido el primero en echarse abajo de la cama a las 6.30 horas de esta fresca mañana sanjuanera para “llamar a toda esta gente a voces”.
Neveras, sillitas plegables, carritos de niños y macutos con toallas son el equipaje más repetido entre los excursionistas, casi todos parientes de una misma familia, cuyo patriarca, Manuel, y matriarca, Rosa, han declinado sumarse a la fiesta porque “están de luto”, advierte el educador.
De las sombrillas y, sobre todo, de las viandas playeras no se tienen por qué preocupar. El menú del día lo ha preparado ya Jorge: dulces, galletas y batidos para el desayuno; bocatas de tortilla de patatas y carne mechá para el almuerzo; y de jamón york y queso para la merienda. Todo ello endulzado con flanes y yogures, donados por el banco de Alimentos, y por algunas chucherías para los más pequeños.
El autobús de la agencia Ansartravel recoge a los viajeros en la barriada El Monumento, en San Juan Alto. Se imponen las tirantas y las playeras, una sencillez en la vestimenta que contrasta con los anillos cuadrados, los pendientes largos, las pulseras y los cordones de oro, algunos con la efigie de Camarón, que luce la mayoría de la expedición, casi todos procedentes del núcleo chabolista de los Bermejales que el Ayuntamiento de Sevilla disolvió a golpe de talonario, explica Jorge Morillo.
El destino, la playa gaditana de la Victoria. “Para ellos la playa supone un desfogue total. Ten en cuenta que durante el resto del año no van más a la playa. En realidad, este día para muchos de ellos son sus vacaciones”. Unas intensas vacaciones de apenas 12 horas que les incluye una parada en la venta del cruce de Las Cabezas para desayunar; una probable visita al estadio Ramón de Carranza; una recepción en el Ayuntamiento de Cádiz; una visita panorámica de la Tacita desde un autobús turístico; y, por último, medio día en pensión completa en la arena de playa de la Victoria.
Pero a la hora de partir se suscita la discusión. Jorge Morillo se niega a montar en el autobús a tres menores de edad que no estaban incluidos en el listado inicial. “Si no viene una persona mayor a su cargo que se haga responsable de ellos no los puedo meter. Comprended que este es una tema delicado ya que si se ahogan o pasa algo, es a mí a quien meten en la cárcel”. Pero las tajantes palabras del educador no paracen surtir el efecto deseado. “¿Esto lo has puesto tú ahora nuevo, no?”, insisten los expedicionarios. “Entonces, qué pasa, ¿que me he levantado a las 7 pa ná?”, se revela José, un joven de 17 años que quiere llevar a toda costa a su novia Yaiza, de 16. “Estoy casado con ella y respondo por ella”, dice en un último intento de convencer a Jorge.
El conflicto se resuelve con una solución diplomática. Yaiza va a despertar a su abuela que “estaba acostada y trae una farmacia entera de pastillas” para que ejerza de tutora. “Venga señora, que nos vamos a la playa”. “¿A la playa? Yo voy camino del cementerio”, dice mientras sube con esfuerzo los escalones del autobús.
Life is life (lala la lala). La canción del grupo alemán Opus suena en el hilo musical del autobús. Los voluntarios que acompañan a Morillo en esta aventura patrocinada por la Obra Social Cajasol dan las últimas instrucciones: “Calladitos y sentaditos, ¡eh! Procurad no tirar nada al suelo. Los papeles, a la papelera”.
El jueves, la excursión será a Chipiona con la gente de las Tres Mil; el martes a Málaga con familias de El Vacie; y el jueves posterior al Rocío y a Matalascañas. “¡Que nos vamooss!...”.
1 Comentarios:
Como siempre, nuestro querido Jorge vive y lo vive, todo un ejemplo a seguir por todos en este primer mundo tan contradictorio en el que estamos sentados toditos.
Un abrazo
Merche
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